El cartujo recorre meditabundo los estrechos pasillos del monasterio. Piensa en un ensayo de Pasolini enviado por la pintora Rocío Hoffmann Silva desde Rosarito, Baja California; se trata de una necesaria reflexión sobre la derrota.
En la antesala de los comicios en Coahuila y el Estado de México, ante la proximidad del proceso electoral de 2024 y el asedio constante contra la SCJN por los reveses propinados a las atrabancadas decisiones del Ejecutivo y sus obedientes legisladores en el Congreso, los párrafos del autor de Las cenizas de Gramsci parecen escritos hoy para este país envuelto en las llamas de la discordia, donde la mayoría de los políticos no acepta perder nada, excepto la vergüenza y la memoria.
Proclive a los lugares comunes, el monje recuerda aquel de “un mal perdedor es también un mal ganador”. Quien nunca asume una derrota, cuando gana enseña el cobre del resentimiento y camina por la cuerda floja del arrebato y la venganza. Eso sucede en todos los ámbitos, pero especialmente en la política, donde los ideales y las promesas se arrojan al rincón de los tiliches en cuanto se accede al poder. Por eso, la entrañable protagonista de Elizabeth Finch (Anagrama, 2023), la nueva novela de Julian Barnes, afirma: “La función principal de un político es decepcionar”. Y vaya si la cumplen.
En el texto mencionado, Pasolini escribe: “Pienso que es necesario educar a las nuevas generaciones en el valor de la derrota. En manejarse en ella. En la humanidad que de ella emerge. En construir una identidad capaz de advertir una comunidad de destino, en la que se pueda fracasar y volver a empezar sin que el valor y la dignidad se vean afectados. En no ser un trepador social, en no pasar sobre los otros para llegar primero. (…) Ante esta antropología del ganador de lejos prefiero al que pierde. (…) Soy un hombre que prefiere perder más que ganar de mala manera. Grave culpa mía, lo sé. Lo mejor es que tengo la insolencia de defender esta culpa, y considerarla casi una virtud”. Con esas ideas, el director de Teorema estaría proscrito de la política mexicana, ¿alguien lo duda?
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.