A toda la gente que me lee en las versiones impresa y digital de su periódico favorito.
Cada vez que se toman el tiempo de leer mis columnas y escribirme para compartir sus opiniones, me recuerdan por qué me gusta escribir esta columna; sus palabras son una parte fundamental de este espacio. Por eso para cerrar este año quiero tomar un momento para expresarles mi más profundo agradecimiento por motivarme a seguir explorando, aprendiendo y buscando nuevas formas de abordar los temas que nos interesan como sociedad.
Quiero reconocer especialmente la apertura y el interés que muestran al permitirse aprender y reflexionar sobre los temas que abordo en cada texto. Esa disposición al diálogo, al cuestionamiento y a la transformación personal y colectiva es lo que mantiene viva la esperanza de que podamos construir un mundo más humano y justo. Gracias por ser parte de esta conversación, por permitirme entrar en sus hogares y en sus pensamientos, y por alimentar una cultura de diálogo y reflexión.
Para este cierre de año quiero desearles, a quienes me han permitido ser parte de su tiempo de lectura, que nunca les falten historias que los conmuevan, palabras que les iluminen nuevas perspectivas y textos que les hagan sentir compañía. Que encuentren en la lectura, y en cada una de sus búsquedas, un refugio, un espejo y una puerta hacia mundos más amplios.
Mi agradecimiento también va para mi querido Lalo, por su confianza y generosidad al brindarme este espacio cada semana. Su compromiso con abrir un lugar para reflexiones críticas, humanas y necesarias ha sido fundamental para que esta columna exista. Y por supuesto al equipo que hace posible que cada edición llegue a sus manos. Gracias por ser parte de este puente que conecta ideas, historias y voces.
Finalmente, para cerrar este año, les deseo días llenos de paz y armonía, momentos que celebren lo aprendido y lo vivido, y un inicio de año cargado de goce. Será un gusto encontrarnos a través de las letras el próximo año.