1. Leía Vocación y ética (1935; Espasa-Calpe, 1966) del médico y escritor Gregorio Marañón, y di con esto: “Todos los médicos conocen centenares de casos de gentes que se niegan o ponen reparos a ser vacunadas en tiempo de pandemia”. O se niegan a una punción lumbar indispensable para su diagnóstico, o incluso a operarse. Dice que el enfermo, por prejuicios fútiles “y por ese su rencor intuitivo del que sufre hacia el médico” se niega a tener una simple molestia que en cambio podría volverse un beneficio para él. Si respetásemos rigurosamente la voluntad del enfermo “muchas veces tendríamos que prescindir hasta de los remedios salvadores”. Y añade que cuando se trate del bien inmediato y seguro del enfermo “yo considero lícito, con un leve engaño, convencerle; rendir, con arte o con discreta violencia, su voluntad”.
2. El poeta William Carlos Williams era también pediatra. A alguien que quería serlo le dijo: “Sé que te gustarán los niños. Te mantendrán alta la moral. Pero ¿podrás perseguirlos, agarrarlos, sujetarlos, pincharlos y hacer oídos sordos a sus gritos?” Y le dijo: “No hay nada como un paciente difícil para mostrarnos a nosotros mismos tal como somos”. En 1932 Williams publicó “El uso de la fuerza”, relato sobre una jovencita hija de padres humildes que no se deja explorar la garganta por un médico seguro de que puede tener difteria y morirse. Luego de varios suaves intentos por convencerla el médico recurre a la fuerza para abrirle la boca. El final es memorable: “Y ahí estaba: tenía las dos amígdalas cubiertas de membrana. Ella peleó con valor para impedirme que supiera su secreto. Durante tres días, por lo menos, había escondido esa garganta lastimada, mintiéndoles a sus padres para evitar que saliera al fin un resultado visible como éste. Ahora sí estaba de veras furiosa. Antes se había mantenido a la defensiva pero ahora emprendió el ataque; se zafó del regazo de su padre y se lanzó contra mí mientras las lágrimas de la derrota le cegaban los ojos”.