Viajar ligeros

León /

El otro día mientras preparaba una maleta me puse a reflexionar sobre lo importante que es aprender a viajar ligeros pero lo difícil que resulta llevarlo a cabo.

En esta ocasión a mí no me quedó de otra, en una pequeña maleta tendría que empacar todo lo necesario para quince días. Esto me obligó a llevar únicamente lo indispensable, olvidarme de combinaciones o accesorios para las fotos, solo lo indispensable.

Mientras metía y elegía las cosas pensaba en que, así como con las maletas, a veces somos con la vida: nos cuesta trabajo viajar ligeros por los años. Recorremos cada día cargando pensamientos y recuerdos del pasado que a veces ya no necesitamos e incluso nos hacen el trayecto mucho más pesado.

Nos cuesta dejar a las personas que hace tiempo ya no nos suman, las actitudes que nos quitan energía vendrían siendo el equivalente a querer llevar cuatro pares de zapatos en esa pequeña maleta.

Terminé de empacar y no podía creer que lo había logrado. Por supuesto, repetiría ropa. Pero… ¿a quién le importa si uso dos veces el mismo pantalón o si no combinan mis zapatos? Exacto: a nadie.

Como en la vida, viajamos cargando remordimientos, creencias, tristezas, enojos, y más sentimientos que a veces ya a nadie le importan y nosotros seguimos enfrascados en lo mismo, cargando esos kilos más de equipaje que nos impide volar, ser libres, despreocuparnos un poco y simplemente vivir.

Recordemos que, a nuestro viaje final, ni siquiera esa pequeña maleta de mano podremos llevar. Se van con nosotros las vivencias, las buenas acciones, los sueños cumplidos, el amor que dimos y el que recibimos y la hermosa sensación final del deber cumplido.


  • Nancy Fonseca
  • Analista política en Derecho Internacional
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