No hay en la historia del deporte mexicano una figura que haya nacido con el ángel guardián y el encanto consiguiente, que Fernando Valenzuela.
El inicio de carrera que tuvo Fernando es el más maravilloso que un deportista puede soñar: novato del año, ganador del premio al mejor pitcher, ganador de la Serie Mundial de beisbol. Y contra los Yankees.
Nada, pero nada más de lo que Valenzuela pudiera hacer en los siguientes y fructíferos años de su carrera en las Grandes Ligas, iba a poder superar ese inicio.
Yo era un adolescente cuando la Ferdandomanía lo catapultó como un héroe nacional y un personaje amado en México y en los Estados Unidos. Era un tipo grande y robusto, pero tenía una cara de adolescente también, una especie de predestinado inconsciente, cargado de humildad y ajeno y desinteresado, inclusive a su fama y a su éxito. Pareció que él no pretendió nunca llegar a ese sitio de gloria que alcanzó. Pareció que alguien, un dios, lo puso ahí.
Eso lo hacía todavía más atractivo ante los ojos de todos los espectadores, incluidos y hasta de forma mayoritaria los que no eran especialistas o seguidores del beisbol.
Y si bien tuvo momentos grandiosos en los años siguientes uno recuerda ahora a Valenzuela por ese arranque adorable. Pero también por un comportamiento ejemplar. Nunca que se supiera Fernando olvidó su origen humilde en Etchohuaquila, Sonora. No hay registro de pedantería o soberbia alguna. Y eso que ganó millones de dólares.
Fernando se mantuvo siempre vinculado a su país en todos los sentidos y mucho al beisbol que lo llevó a las Grandes Ligas, que no es otro que el de la Liga Mexicana de Beisbol. Es una verdadera lástima que Valenzuela se haya ido a unos cuantos días de que se reescenificara la Serie Mundial de beisbol entre sus amados Dodgers de Los Ángeles y los Yankees de Nueva York. Me parece grandioso que este viernes que arranca el llamado Clásico de Otoño en el Dodgers Stadium se le rinda un homenaje.
El deporte mexicano le tendrá que hacer uno también y pronto, situándolo como el gran ejemplo y referente para cualquier niña y niña que empiece a practicar el deporte organizado. Como Fernando Valenzuela no hay nadie.