Steve Kerr, el entrenador de los Golden State Warriors, de la enormemente atractiva Liga de basquetbol varonil de los Estados Unidos (NBA), ha dado una muestra tan contundente como ejemplar de lo que un destacado integrante de la comunidad deportiva debe hacer para manifestarse políticamente.
Kerr mostró el pasado martes su apoyo a la Universidad de Harvard en su conflicto con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
En la rueda de prensa posterior a que los Warriors vencieran por 121-116 a los Memphis Grizzlies, para avanzar a los playoffs, el entrenador se presentó con una camiseta de baloncesto de la Universidad de Harvard.
“Tommy Amaker, el entrenador de Harvard, me regaló esta camiseta y sentí que era un gran día para llevarla. Creo en la libertad académica. Creo que es crucial que todas nuestras instituciones sean capaces de manejar sus propios asuntos de la manera en que quieran y no deberían ser extorsionadas, ni que el Gobierno les diga qué enseñar y qué decir”, mencionó.
Y añadió: “Es lo más estúpido que he escuchado, pero es lo normal ahora mismo. Así que sí, estoy apoyando a Harvard. Muy bien hecho, muy bien levantarse ante el abusón”.
La Universidad de Harvard mantiene un pulso con la Administración Trump, que el lunes congeló 2 mil 200 millones de dólares de fondos federales para la institución académica después de que ésta se negase a plegarse a las exigencias del Gobierno sobre programas de diversidad o antisemitismo.
Harvard aseguró que seguirá combatiendo el antisemitismo, pero no aceptará las demandas de la Casa Blanca pues éstas “invaden libertades universitarias reconocidas desde hace mucho tiempo por la Corte Suprema”.
Ojalá la valiente y solidaria posición de Steve Kerr sea replicada por más personajes del deporte mundial, en éste o en otros temas de incuestionable, de indebatible defensa.