Quedó claro que las Chivas no tienen con qué ser superiores al América. La irremediable eliminación de los rojiblancos en los octavos de final de la Concachampions, se dio pese a que llegaron al juego de vuelta y decisivo con ventaja de un gol en el marcador y con la motivación de que si hacían un gol en casa de sus rivales los obligaban a hacer siempre un gol más en caso de empate global.
De esto eran conscientes todos, pero hay veces que simplemente no se puede. Y es que cuando en el futbol la voluntad no alcanza, es porque se impone la calidad sobre el terreno de juego.
Entiendo que muchos seguidores de las Chivas le reprochen a los jugadores y al entrenador de su equipo, que no tuvieran las agallas y la capacidad para anotar cuando menos ese gol que hubiera puesto las cosas muy atractivas, pero el América dirigido por el brasileño André Jardine, demostró una vez más que sabe jugar de forma excepcional los duelos decisivos. Insisto en que no los dejaron.
Los americanistas fueron intensos, precisos, contundentes e inteligentes. Además tuvieron en el uruguayo Brian Rodríguez al jugador brillante, que marca diferencia en noches como estas.
Y las Chivas pelearon, corrieron, nadie les puede reprochar que no lo intentaron. Fueron valientes, inclusive cuando se quedaron con 10 jugadores por la expulsión del defensor Alan Mozo apenas al arrancar el segundo tiempo. Tampoco es que tuvieran alternativa, pero por momentos llegaron a generar tensión en sus rivales pues aún perdiendo 2-0, si metían un gol sin recibir otro, eliminaban al América.
Muy pronto, sin embargo la goleada resultó inevitable. Este América que se encuentra en búsqueda del tetracampeonato en la Liga Mx impone hegemonía no sólo en el Cruz Azul (su rival en la siguiente fase de la Concachampions), sino también en su competidor más acérrimo.