Por lo que hemos visto en cuestión de rendimiento individual en las últimas temporadas, nadie podrá discutir que la mejor contratación que hicieron las Chivas del Guadalajara para enfrentar el presente torneo, fue la de Víctor Guzmán.
Pero el extraordinario mediocampista que, pese a ser canterano rojiblanco, brilló con los Tuzos del Pachuca, se encuentra suspendido tras dar positivo en un control antidrogas. Las Chivas deshicieron el trato y Guzmán regresó a la capital del estado de Hidalgo y se encuentra en espera del castigo que puede llegar hasta los dos años sin poder jugar futbol profesional.
Un segundo refuerzo de las Chivas de condiciones probadas es José Juan Macías, centro delantero también canterano que hasta que no fue prestado al León no causó asombro alguno. JJ está con una condición anunciada a los cuatro vientos: lo que realmente desea es que lo contrate algún equipo de una buena liga europea.
Llegó también al Guadalajara Uriel Antuna, procedente de la MLS (Galaxy de Los Ángeles) y, sobre todo, de la selección mexicana de futbol en la que ha tenido un acertado pero inesperado protagonismo con Gerardo Tata Martino.
Y llegaron algunos otros buenos jugadores como el Cristian Calderón o Jesús Angulo. Y consiguieron traer de regreso a del Gallito José Juan Vázquez…
¿De verdad este cuadro de refuerzos logrados y malogrados da para tomarse en serio lo de “Chivalácticas?” ¿Y exigirle a propietario, directivos y entrenador que arrasen desde las primeras jornadas?
Las Chivas de Amaury Vergara, Ricardo Peláez y Luis Fernando Tena suman jugadores con extraordinario talento, pero requieren incuestionable tiempo para trabajar, para integrarse y poderle competir a clubes muy poderosos, mucho más integrados que ellos.
Me parece de una rudeza ilegítima reclamar a estas alturas de este proyecto corte de cabezas y declarar fracasos cuando no se ha perdido nada que fuera realmente un objetivo al alcance.