En 1952, Alemán declaró erradicada la viruela de México

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Leo un ensayo de Claudia Agostini incluido en Los miedos en la historia, una antología de ensayos coordinada por Elisa Speckman, Pilar Gonzalbo Aizpuru y Agostini (Colmex/UNAM, 2009) y encuentro a la viruela como esa enfermedad que diezmó a la población indígena: fiebres delirantes, pústulas, locura y finalmente una muerte indeseable para cualquier ser humano. Leo además una parábola del futuro, nuestro porvenir. En la Nueva España, cuenta Agostini, los médicos y curanderos intentaban contener la propagación de la enfermedad con sangrías, purgas y dietas, un puente  doloroso a la muerte.

La viruela es un virus y se pensaba que su primer contagio se encontraba en el aire. En 1798, el médico inglés Edward Jenner anunció que si se extraía pus de las pústulas de las vacas y se inoculaba en personas sanas, las personas vacunadas reaccionaban de forma mucho más tenue a la terrible enfermedad.

La vacuna antivariolosa atravesó la cortina del tiempo. Entre 1920 y 1940, los científicos y los políticos lucharon contra el miedo y el pánico. La aplicación masiva de la vacuna desató temor y horror, pero se impuso por la fuerza del Estado y la razón de la ciencia.

El Informador, 23 de abril de 1923: “La profanación más criminal y repugnante de que la falsa ciencia médica hace objeto al organismo humano. El pus inmundo y más asqueroso extraído de una animal inoculado es inyectado en la sangre de los seres humanos. La vacuna obligatoria es el grado de salvajismo más elevado que se presenta a la humanidad en su falsa civilización”.

La extinción de la viruela ocurría despacio pero sin pausa. En el año de 1952, el presidente Miguel Alemán Valdés declaró que la viruela había sido erradicada de México.

Este pequeño relato, elemental para quienes se dedican a la medicina o a la epidemiología, contiene una gran historia en la que he pensado durante la severa crisis del sistema de salud en México desatada por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Un neoliberal llamado Benjamin Franklin dijo: “Invertir en conocimientos produce siempre los mejores beneficios”. 


rafael.perezgay@milenio.com

@RPerezGay


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