Aeropuerto

Ciudad de México /

Todos los que viajan en estos días saben que el Aeropuerto de la Ciudad de México está hecho una mierda, perdón por la prosa poética. Es que viene el Mundial y hay que reparar lo irreparable.

Revisé mis libros y en especial La Ciudad de México a través de los siglos coordinado por Jorge Alberto Manrique. En las inmediaciones del Peñón de los Baños, en el noreste de la ciudad, en terrenos que formaron parte del antiguo lecho del Lago de Texcoco, en ese lugar se construyó la primera terminal aérea. Se empezó a construir en 1949 y se inauguró en 1952 por decisión del presidente Miguel Alemán, un proyecto realizado por los arquitectos Álvarez, Carral Icaza, Martínez Páez, Flores Villasana.

Primero se llamó Puerto Aéreo Central, luego Aeropuerto Central y más tarde Aeropuerto Internacional Benito Juárez.

Como es fin de año les voy a contar esto: todos los señores de los que he hablado, empezando por el presidente Alemán, quebraron a mi familia. Mi hermano mayor nació en 1943 y como he contado en otra página una fortuna revolucionaria, la de los Abreu esperaba a un hombre audaz. En 1945 se inició esa aventura.

La idea era buena: una escuela de pilotos. Mi padre viajó a Estados Unidos y compró diez aviones. Luego adquirieron terrenos por el rumbo de Jardín Balbuena, instalaron una torre de control, contrataron pilotos, mi padre era el primero de ellos. Por cierto, siempre admiré que hubiera sido piloto. Todavía cuando viajo en avión voy tranquilo, como si en la cabina fuera mi padre el piloto. De verdad, créanme.

La escuela fue un éxito. Uno de sus principales egresados, Pedro Infante, atrajo a muchos más alumnos. Dinero a puños. El éxito dura un segundo.

Un mal día, agentes del gobierno de Alemán quisieron comprar la escuela de aviación, buen dinero según me contaron mis padres. El orgullo mata todo. No vendieron. Nada. Mediante leyes que ignoro, les expropiaron los terrenos de la escuela de pilotos de la familia y ese negocio terminó y con él una buena parte de la fortuna. Todavía quedaba dinero, pero la tristeza y la derrota cuestan mucho más que el dinero.

Siempre pensé que esa pérdida siendo tan grande no era catastrófica, pero ellos nunca se repusieron de esa derrota.

Dicho lo cual, estas “Prácticas Indecibles” volverán a esta página el 9 de enero. Felices fiestas.


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