El liderazgo constituye uno de los aspectos más atractivos al momento de ejercer el poder político y la conducción del gobierno, y al mismo tiempo es quizás el más complejo de estudiar. En el contexto mexicano abundan los estudios de corte biográfico que suelen destacar las características personales y habilidades políticas de quienes han ejercido el poder y/o han ocupado algún cargo de responsabilidad en el gobierno; sin embargo, la valoración sistemática del liderazgo político implica ir más allá de los atributos personales y la visión de quien ejerce el poder y contemplar tanto aspectos institucionales que configuran al cargo, como las condiciones del contexto particular que enfrentan y hasta la influencia sobre sus sucesores (Ballart y Ramió, 2000).
Ciertamente el análisis sistemático acerca del liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador aún está por escribirse y no dudo que la ya próxima culminación de su periodo presidencial acicateará a más de algún investigador acucioso para convertirlos en su objeto de estudio. Entre tanto, de ser ratificadas por los tribunales las resoluciones adoptadas el fin de semana pasado por el Instituto Nacional Electoral respecto a la conformación de la representación popular en ambas cámaras del Congreso de la Unión y con independencia de lo que finalmente ocurra con el amplio paquete de iniciativas legislativas que dejarán las actuales legislaturas como asuntos en trámite; Andrés Manuel López Obrador habrá logrado su único propósito: afianzar su carismático liderazgo político con independencia de los resultados tangibles de su gobierno.
La magistral estrategia política maximalista quedará a la vista de todos: de aprobarse en septiembre el paquete de reformas constitucionales y legales se habrá consumado el legado lópezobradorista y cuya implementación correrá a cargo de su sucesora; y de no ser aprobadas conforme a sus deseos, recurrirá a sus argumentos más socorridos: culpar a otros y envolverse en los valores nacionalistas de su incomprendida visión particular de la patria. Sin importar el desenlace que se vislumbre, Andrés Manuel López Obrador habrá logrado lo que siempre se propuso: pasar a la historia.