La maldición azteca de Chivas

Ciudad de México /

Mis Chivitas cayeron contra el Necaxa y la han llovido burlas al que tendría que ser, con perdón, el equipo más entrañable de todos porque estamos hablando de una suerte de Selección Mexicana, o sea, el único conjunto de doña Liga MX en el que juegan exclusivamente aztecas certificados.

¿Dónde quedó el fiero nacionalismo de nuestra raza de bronce, señoras y señores? ¿No nos declamaron, el lunes pasado, una machacona letanía oficialista: “… para invertir, mejor en México, para producir, mejor en México, para consumir, mejor en México, si quieren vacacionar, mejor en México, para estudiar, mejor en México, para trabajar, mejor en México…” para exaltar, pues sí, nuestra gloriosa mexicanidad e instigarnos a que ya no viajemos a Las Vegas ni a París sino que recorramos alegremente el territorio nacional, a que no bebamos ya ninguna otra bebida fuera del mezcal y el tequila, a que no compremos prendas confeccionadas en China o en Vietnam, a que miremos concienzudamente las etiquetas de todos los productos para no adquirir los que hayan sido fabricados por extraños enemigos y, en fin, a que nos transformemos, de la mano de doña 4T, en los más fieles y leales devotos de lo mexicano?

El odioso América no sólo se trepa a las alturas gracias a los favores de los señores árbitros sino porque sus directivos han sacado la billetera para agenciarse los servicios de futbolistas de declarada importación: chilenos, uruguayos y hasta dos súbditos de Su Majestad el Rey Felipe VI que en momento alguno se han disculpado de que sus antecesores de Castilla se aliaran con los pueblos sojuzgados por los mexicas, hace 500 años, con el oscuro propósito de instaurar un virreinato católico en estos pagos.

El deportivo Toluca tiene en sus filas a doce jugadores no mexiquenses; los Pumitas, así sea que estemos hablando de nuestra universidad nacional, ha contratado a nueve forasteros; y así todos los demás equipos.

Es cierto que ahora militan en el Guadalajara tres futbolistas nacidos fuera de nuestras fronteras pero son, digamos, de origen tan mexicano como los millones de compatriotas que habitan California, Texas y otros tantos estados de la Unión Americana. La excepción sería el guardameta Oscar Whalley, de madre mexicana pero proveniente, ahí sí, de la Península Ibérica.

No se puede negar, de todas maneras, que el objetivo primordial del club tapatío es tener en sus filas nada más a jugadores nacionales y la diferencia con los otros equipos es más que evidente.

El tema es precisamente ése, oigan, de cara al rústico patrioterismo que despliegan los aficionados autóctonos cada vez que el Tri araña un triunfo. Porque ocurre, qué caray, que ese nacionalismo se esfuma cuando Chivas es el equipo que juega en la cancha. Un tanto extraño y paradójico, ¿no?


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.