Demasiado tarde para solazarnos en la prevención

Ciudad de México /

Primero comenzamos con las cárceles (en las cuales deberían de estar encerrados muchísimos más individuos de la subespecie mexicana porque, con perdón, somos un país de rateros y felones de todos los posibles pelajes que no sólo nunca pagan por sus delitos sino que siguen ahí, tan panchos, perpetrando a diario sus estafas al abrigo de esa terrible plaga nacional llamada impunidad) y luego, como ya he escrito varias veces en esta sectaria columna, nos ponemos a ver si la lectura de poemas de Baudelaire o la embelesada escucha de sinfonías de Mozart termina por crear generaciones enteras de ciudadanos virtuosos, honrados y sensibles. Y esto, no por represivos ni autoritarios ni totalitarios sino por mera necesidad, para preservar la seguridad de esos millones y millones de mexicanos honrados
—que de haberlos, haylos, y que son mayoría— que no tendrían por qué afrontar la estremecedora circunstancia de ser extorsionados, robados y secuestrados por sus sinvergüenzas compatriotas.

Nuestro ministerio del Interior ha solicitado al erario más de 6 mil millones de pesos para mantener y renovar la infraestructura de las cuatro prisiones de (presunta) máxima seguridad que tenemos en este país. Será, en principio, un dinero bien gastado (falta ver quién gana los concursos públicos y cómo se ejercen los recursos en la práctica) y ayudará a resolver lo de la sobrepoblación carcelaria y esos otros problemas —menor o mayormente terroríficos— que convierten nuestras prisiones en unos auténticos infiernos terrenales.

Pero, estamos hablando de cuatro centros penitenciarios nada más y, como decía, en este país haría falta implementar todo un programa nacional de edificación de presidios para, una vez instaurado también un sistema de justicia eficaz e incorruptible, encerrar —pura y simplemente— a decenas de miles de infractores. Ya luego, disfrutando de la vida armoniosa y apacible del ciudadano que se sabe debidamente protegido por sus autoridades, nos dedicaremos a refinar exquisitamente nuestros espíritus y a fabricar con extrema delicadeza al noble mexicano del futuro.

O sea, que, vista la podredumbre que nos carcome en estos pagos, antes de la literatura y las bellas artes van los calabozos. Muy triste, el asunto. Tristísimo…

revueltas@mac.com

  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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