Este Biden, ¿es quien le va a abrir la puerta a Trump? (II)

Ciudad de México /

Lo de Biden no es un tema menor: muchos votantes lo perciben ya como un hombre incapaz de conducir los destinos de la nación más poderosa del planeta, más allá de que sus correligionarios sigan cacareando sus méritos –nada menores, hay que decirlo, porque ha sido un muy buen Presidente— y de que en el Partido Demócrata se escuchen muy pocas voces para pedir que se haga a un lado y no siga en la carrera hacia la Casa Blanca.

La disciplina partidista viene siendo –de pronto o, mejor dicho, nuevamente— la más palmaria demostración del divorcio que existe entre los operadores de la política y sus primerísimos clientes, a saber, los ciudadanos que los han elegido para ocuparse de la cosa pública.

Es algo muy curioso porque, al final, los que llegan a la decisión de ser gobernados por un grupo o por los de enfrente son, justamente, los mismos a quienes las cúpulas partidistas parecen no tomar en cuenta. Por esta razón es tan importante la democracia, señoras y señores, por la facultad que tiene la gente de a pie, llegado el día de las elecciones, de quitarse de encima a los que no han respondido, a los que no cumplen y a los que no la representan.

Pero ése es, paradójicamente, el gran problema que está teniendo lugar en los Estados Unidos en estos momentos: el juego democrático puede llevar a que un sujeto absolutamente nefario e indecente –mucho peor, en los hechos, que un anciano que en ocasiones no articula sus ideas de la mejor manera, que olvida nombres y sucesos pero que, a fin de cuentas, es un hombre honorable— llegue al poder.

Tal desenlace, el retorno de un Donald Trump que, encima, avisa de que no va a cometer el error de ser tan “blando” como en su primer período –o sea, que nos espera una versión todavía mucho más radical y agresiva del personaje—, parecido resultado, me permito repetir, tendrá unas muy negativas consecuencias a nivel global y México será uno de los primerísimos perjudicados: Trump amenaza con cerrar la frontera, con expulsar a cientos de miles de mexicanos que no residen legalmente en nuestro vecino país y, llegado el caso, con intervenir militarmente aquí para combatir a las organizaciones criminales (tales son ya las consecuencias, por otro lado, de la escandalosa dejadez del Estado mexicano en el apartado de garantizar el orden y la seguridad en el territorio nacional).

Un individuo que no reconoce los resultados de las elecciones, que advierte que no se quedará cruzado de brazos si no gana y que declara que a una congresista que lo cuestiona la debería de juzgar un tribunal militar, entre otras tantas de sus inobservancias a la simple preeminencia de las leyes, representa un peligro para la democracia, algo que nunca había ocurrido en los Estados Unidos desde que sus padres fundadores instauraron un régimen republicano.

Biden, al empecinarse en seguir en la pelea, no es nada más un candidato que se desentiende de la realidad sino que se ha vuelto uno de los artífices de la catástrofe global que representa la vuelta de Trump. Y, por lo visto, tampoco se quiere dar cuenta de su calamitoso papel.


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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