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La inaudita ruindad de una voz en el Senado…

Ciudad de México /

El horror, en un primer momento, no lleva la mácula de la política. El horror es nada más lo que es: la estremecedora explosión de un dolor humano que nos sacude de los pies a la cabeza.Ya luego, brotada la indignación de entre las oquedades del espanto, buscamos responsables, reclamamos explicaciones e intentamos pasar factura. Y ahí, en el momento de pedir cuentas, es cuando nos encontramos frente a frente con quienes manejan la cosa pública porque, miren ustedes, un país sereno y civilizado es un meramente país donde los gobernantes han hecho bien las cosas.

La barbarie mexicana no es nueva y se remonta a los mismos orígenes de la nación. Pocos tiempos de paz hemos tenido luego de que varios pueblos naturales se aliaran a un invasor venido de fuera para librarse del brutal yugo mexica y se fundara así un Virreinato hecho de mestizajes y sincretismos.

El nacimiento del México independiente no trajo concordia alguna sino que le abrió las puertas a enfrentamientos y guerras fratricidas. Es muy curioso, justamente, que el régimen de la 4T esté resucitando en estos mismos momentos la desastrosa gesta en la que se enfrentaron los bandos beligerantes –reciclando inclusive el término “conservador” para endosárselo a sus opositores— siendo que la división entre los mexicanos ha sido uno de los grandes males que ha sobrellevado este país.

La propia Revolución, glorificada una y otra vez, no fue otra cosa que un rosario de atrocidades y perniciosa destrucción, una cruenta guerra civil que nos hizo retroceder décadas enteras en el camino hacia el bienestar.

El régimen priísta aportó ciertamente estabilidad pero sembró también una maléfica semilla, la corrupción propalada cínicamente como un modo de vida, y cuando nos despertamos nos encontramos no solo con el país salvaje de siempre sino con una aterradora descomposición social.

Hoy, estando las cosas como están, muchos compatriotas nuestros recorren comarcas y territorios buscando a los entrañables suyos que han desaparecido. Enfrentan no solo las durezas de su empresa sino la vileza de un oficialismo sectario e indiferente que, en voz de sujetos miserables como un tal Noroña, pretende ensuciarlos de política cuando lo único que hacen es tratar de mitigar, un poco, su asfixiante sufrimiento. Qué podemos decir…


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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