La “soberanía” que ya hemos perdido

Ciudad de México /

Una nación verdaderamente soberana no es la que proclama a los cuatro vientos sus señas de identidad sino la que asegura potestades y garantías a sus ciudadanos. Derechos reales, no limosnas: seguridad pública, atención médica, educación y pensiones dignas, entre otras prestaciones.

La soberanía no es una entelequia edificada meramente en lo territorial sino una realidad mucho más palpable relacionada con la persona.

Los mexicanos hemos perdido soberanía de una manera absolutamente brutal: no podemos ya caminar tranquilamente por las calles, sentimos temor de viajar y ser violentamente asaltados en las carreteras, fortificamos nuestras viviendas para que no sean robadas, carecemos de justicia, en fin, el recuento de las adversidades que sobrellevamos en este país podría ocupar fácilmente todo el espacio de este artículo.

El dueño de un pequeño comercio que se ve obligado a pagar a una banda de delincuentes un agobiante porcentaje de sus ganancias es todo menos soberano y, miren ustedes, ahora que está sobre la mesa el asunto de los aranceles hay que señalar que esas cuotas ya están siendo aplicadas en México: las cobra el crimen organizado a los productores de aguacate, a miles de agricultores, a los transportistas y a otros tantos emprendedores.

No sé si ustedes se hayan enterado de que 70 por ciento del gas que consumimos proviene de Estados Unidos (somos su principal cliente), además de que importamos gasolinas, maíz y trigo. Los patriotas más furibundos siguen proclamando que “sin maíz no hay país” y habría entonces que preguntarles cómo está el tema de que cada vez producimos menos y le compramos más al vecino del norte.

En lo que toca al gas natural, tenemos una de las más importantes reservas a nivel mundial pero la producción ha caído 35 puntos porcentuales en los últimos años. Pero, eso sí, somos tan soberanos y los recursos energéticos son tan estratégicamente nuestros que, careciendo de los capitales para explotarlos, bloqueamos la participación de quienes sí tienen la capacidad, los inversores privados, por no hablar de seguir dilapidando colosales cantidades de dinero para socorrer a Pemex. También muy “nuestra”, esa costosísima empresa paraestatal.

¡Qué soberanos somos, no cabe duda!

  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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