Hay mucha confusión en el tema de los derechos humanos. Una simple consulta a los diferentes documentos donde están formulados —la Declaración Universal de la ONU o las Constituciones de los países— bastaría para concluir que prácticamente todas las actividades que pueda desempeñar una persona están relacionadas con esas garantías: si trabaja, no la pueden explotar; como ciudadana, necesita poder votar libremente; si camina por la calle, debe gozar de protección; tiene que contar con asistencia sanitaria para cuidar su salud; si es acusada de un quebrantamiento, se le debe asegurar un proceso justo e imparcial (y esa misma justicia que se le brinda debe ser expedita); debe recibir instrucción escolar elemental y media; no se le pueden silenciar las opiniones que exprese; etcétera, etcétera, etcétera...
El problema comienza cuando se cotejan esos derechos tan claramente estipulados en los textos (que más bien parecen listas de buenas intenciones) con las políticas públicas implementadas por los Gobiernos: ¿derecho a la vivienda? Pues... ustedes dirán. ¿Derecho al trabajo? Por favooor... Hablen con cualquier economista y les explicará detalladamente que en el sistema capitalista existe un porcentaje inevitable, fatal, forzoso e irremediable de individuos que no conseguirán empleo. ¿Derecho a la educación? Muy bien, pero ¿a cuál, a la que imparten, en este país, los desobligados miembros de la CNTE o la que reciben los alumnos del Colegio Americano en la capital?
Para mayores enredos, desde que se oficializó en México la existencia de las diferentes comisiones de derechos humanos —la federal y las estatales—, mucha gente comenzó no sólo a utilizar sus servicios para eludir la acción de la justicia (denunciando ahí torturas y maltratos de las autoridades que no habían ocurrido) sino que la propia reputación de dichas comisiones se vio empañada al suponer los ciudadanos que amparan meramente a delincuentes. Y resulta, además, que los mismos empleados de las comisiones hacen acto de presencia en sucesos que, con perdón, no tienen que ver directamente con los "derechos humanos". Digo, si ocurre una inundación, un crimen pasional o un accidente aéreo ¿tienen que estar allí, en el lugar de los hechos? Pues, se aparecen, los señores. ¿Para qué? No sé. No entiendo.
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