Me cuenta mi hija, de vacaciones con su madre en Acapulco, que dos de los peajes de la carretera que lleva al puerto están tomados por activistas, miren ustedes. Estos sujetos —alegando que la tragedia de Ayotzinapa no ha sido esclarecida o reclamando que doña Justicia se desista de las conclusiones expuestas en la “verdad histórica” o denunciando que “fue el Estado”— se arrogan a la torera la facultad de cobrar, ellos, las cuotas. Y el mentado Estado, mientras tanto, cruzadito de brazos. O, recurriendo en estas líneas a la carretada de adjetivos que se le ocurren en su cabecita a su servidor el escribidor, blandengue, consintiente, omiso, irresponsable, incapaz, negligente o, de plano, descaradamente encubridor. ¿Qué clase de negocio es éste, por cierto, que una turba de alborotadores puede embolsarse, así nada más, la plata que requiere un bien público para operar, siendo que la obra se realizó con los recursos del erario y que es patrimonio de la nación? Díganme ustedes en qué contrato figuran parecidas condiciones y quién valida su ejecución. Por favor…
Ah, y ya no en plan relator de experiencias ajenas sino en una faceta mucho más personal de usuario sufrido, permítanme ustedes expresar mi profundo descontento con las condiciones del pavimento del tramo carretero que va de Salamanca a Celaya. Podría la mentada vía — en un país pobre, tercermundista y desorganizado— estar en muy malas condiciones y sanseacabó. Pero ocurre, qué caray, que para circular por ese camino le debes de pagar una lana a una suprema empresa paraestatal llamada Caminos y Puentes Federales de Ingresos (sí, no son, los tales caminos y puentes, de cuota sino “de ingresos”) y Servicios Conexos (¡ay mamá, los burócratas que acuñaron el título de la corporación querían abarcarlo todo, no sólo las calzadas y los viaductos sino… los “servicios conexos”!).
Supongo que la tal corporación es una de las favoritas del régimen de la 4T en su condición de ente declaradamente NO PRIVADO. Pues sí, pero, a ver, ¿PAGAS por circular en un camino lleno de baches? No sabía, con perdón, que ése fuera el trato celebrado…
Román Revueltas Retes
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