Soñar con un México diferente

Ciudad de México /

Imaginen ustedes que las escuelas públicas de este país —todas, de un extremo al otro del territorio— tuvieran las mejores instalaciones sanitarias, internet de alta velocidad, computadoras para los estudiantes, canchas y pistas para practicar el atletismo, gimnasios en perfecto estado, piscinas, pianos, guitarras, amplios comedores y bibliotecas perfectamente provistas.

Imaginen también que a los chicos se les ofrecieran desayunos y, siéndoles impartida una educación de tiempo completo, que comieran también al mediodía en el colegio y luego, por las tardes, aprendieran ajedrez o fotografía o pintura o cerámica o música o esgrima o yoga, entre otras tantas disciplinas formativas.

La jornada escolar terminaría por ahí de las seis de la tarde y los padres podrían entonces cumplir con sus deberes laborales sin preocuparse de tener que ir más temprano a recoger a sus pequeños. El colegio sería así un generoso espacio de convivencia en el que los alumnos recibirían, además, una educación de excelencia.

En lo que toca a los maestros, tendrían la mejor preparación y se les asegurarían muy buenos emolumentos para reconocer y recompensar la importantísima tarea que realizan. Deberían, eso sí, someterse a muy rigurosos concursos para ocupar sus plazas y estar actualizando sus habilidades en todo momento.

México se transformaría, ahí sí, en una nación enteramente diferente. Y, recurriendo sin demasiado entusiasmo a uno de los eslóganes propalados en la tribuna palaciega, se habría instaurado —en los hechos, no de mera palabra— una verdadera política de “abrazos”, un sistema que serviría no sólo para alcanzar un gran bienestar sino para prevenir el brote de conductas antisociales y desarticular el engranaje de la violencia.

El dinero para esto ahí esta, encima: las colosales cantidades de recursos públicos que se dedican a cubrir las pérdidas de Pemex bastarían —el actual gobierno le había suministrado 806 mil millones de pesos hasta fines de 2023— para lograr tan grandioso escenario.

Se preguntarán ustedes, amables lectores, por qué este escribidor les trasmite parecidas ensoñaciones. Pues, no se trata de propalar quimeras: es, más bien, una acusación.


  • Román Revueltas Retes
  • revueltas@mac.com
  • Violinista, director de orquesta y escribidor a sueldo. Liberal militante y fanático defensor de la soberanía del individuo. / Escribe martes, jueves y sábado su columna "Política irremediable" y los domingos su columna "Deporte al portador"
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