Los jilgueros de doña 4T nos restriegan machaconamente en las narices las insolvencias y aberraciones de los pasados regímenes. Cada vez que se nos ocurre alzar un dedo acusador para exhibir las corruptelas de los adalides de turno o denunciar que están llevando muy mal la cosa pública, responden como si estuvieran reconstruyendo a México desde sus cenizas y, en una suerte de concurso para certificar quién es el peor de todos, arguyen que el PRIAN era todavía mucho más pérfido.
Resulta, con todo, que la socorrida “transformación” no es tan transformadora sino más de lo mismo o, mejor dicho, más de lo pésimo de antes, una reedición de los antiguos vicios y los excesos de siempre, pero revestida, eso sí, de un discurso moralista y sacralizada, desde luego, por el noble pueblo mexicano en tanto que la referida 4T se ha arrogado su exclusiva y única representación, un logro nada menor, hay que decirlo.
La disyuntiva, para los críticos en acción del oficialismo, es justamente la de verse en la circunstancia de tener que cotejar la realidad de los pasados sexenios con el escenario que estamos viviendo en estos momentos siendo, encima, que no habitábamos el mejor de los mundos.
No se accede al poder para estar repartiendo culpas —ya lo dijo Angela Merkel en su momento— y estos gobernantes han estado ya en el cargo el tiempo suficiente (siete larguísimos años, ni más ni menos) como para desfacer el presunto rosario de entuertos que heredaron, así sea que hayan mirado hacia el otro lado a la hora de incautarse la plata de los fideicomisos y diversos fondos que los de antes les dejaron servidos en la mesa (los agravios y las acusaciones se pueden dejar momentáneamente de lado, miren ustedes, cuando se trata de sacar partido de los provechos ajenos).
Hoy, ese dinero se ha esfumado pero si intentas siquiera hacerles ver que manejan muy oscuramente las finanzas del Estado mexicano y que malgastan los recursos de la nación entonces te dirán, pues sí, que “el PRI robó más” y le endosarán a Felipe Calderón, su villano favorito, todos los males habidos y por haber.
Lo dicho: no se trata de demostrar eficacia, capacidad y honradez. El tema es que los del PRIAN eran peores. Algo, con perdón, que ni siquiera es cierto…