• Entre la fiesta y las mujeres, así acabó el cártel de los hermanos Beltrán Leyva

  • Reportaje
  • El arresto de ‘La Barbie’ puso al Cártel de los Beltrán Leyva al borde de la muerte. De aquel viejo grupo criminal han surgido al menos 48 brazos armados fragmentados por México.
Ciudad de México /

Sentado en la zona VIP de su propio tabledance, Édgar Valdéz Villarreal La Barbie sostiene un vaso con un whisky, mientras baila al ritmo de la música electrónica. Al fondo del local observa la desnudez de las bailarinas del bar XXXóticas, su negocio consentido en todo Guerrero, con una distinguible fachada de mármol café. No hay lugar del mundo más seguro para el gatillero preferido del Cártel de los Beltrán Leyva en el puerto de Acapulco.

Desde el alcalde hasta cualquier policía raso de tránsito, sabían que La Barbie es intocable. Y que ese negocio suyo, en el corazón de la zona roja de la ciudad turística, estaba tan blindado como él. Acaso por esa seguridad que ostentaba siempre, solía alardear que unos “pinches norteños” quisieron matarlo aprovechándose de su debilidad por las mujeres hermosas. Se lo dijo a su subalterno El Mortal y a otros sicarios más, según declararon en 2014, en la entonces Procuraduría General de la República, asentado en la ampliación del expediente PGR/SEIDO/UEIDCS/476/2014 al que DOMINGA tuvo acceso.

A ‘La Barbie’ se le solía ver en antros exclusivos de Acapulco y la Ciudad de México | Especial

En 2008, según los documentos oficiales, La Barbie acudió con unos amigos a la discoteca Baby’O, donde dos jóvenes burlaron su seguridad para sentarse a su lado. Ambas lo acompañaron toda la noche y le pidieron que siguieran la fiesta en su casa, pero el veterano narcotraficante, conocido por su violencia para expandir el imperio criminal de sus jefes, identificó una entonación que conoce bien por sus viejos tratos con el Cártel del Golfo: un acento tamaulipeco que sonaba a peligro.

Desconfiado, hurgó en sus bolsas y encontró la razón de sus sospechas: un arma corta y una granada que usarían para matarlo a solas. Así que ordenó secuestrarlas, retenerlas por tres días y luego devolverlas a Tamaulipas con la certeza de que, al fallar en su misión, serían asesinadas por sus propios compañeros. Y como lo predijo, sucedió.

El Mortal veía a Édgar Valdéz Villarreal, frente a la pista de baile, regocijarse recordando el fin de esas dos mujeres: las balearon apenas pisaron Matamoros. Lo único que lamentó fue que no pasó la noche con ellas. De no haber sido por la granada hubiera asumido el riesgo con gusto, protegido por su Colt de 9 milímetros, tan estadounidense como él.

“Todos sabían que todos los Beltrán Leyva se volvían locos por las mujeres”, cuenta el informante. Por eso, sugiere, el cártel se hizo añicos como un corazón roto.

El quinteto de capos estaba por robar al país

Como todos los criminales que orbitaron alrededor de Joaquín El Chapo Guzmán Loera en los años noventa, los hermanos Beltrán Leyva también soñaron con ser eternos y dirigir el narcotráfico en México. No imaginaron que, como el resto de los cárteles, las fallidas estrategias de seguridad que siguieron a la “guerra contra el narco” los atomizaría en decenas de brazos armados sin orden ni lugar en los libros de historia.

Los hermanos Arturo, Alfredo, Carlos y Héctor –mejor conocidos como El Barbas, El Mochomo, El Charly y El H, respectivamente– iniciaron su carrera criminal muy jóvenes, en los años setenta, como transportistas de drogas y luego como escoltas de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos. Su muerte en 1997 los acercó al Chapo, un ya famoso narcotraficante con potencial para volverse el capo de capos; además, compartían cuna: todos crecieron entre campos de mota y amapola en Badiraguato, Sinaloa.

Los Beltrán Leyva se identificaban con los Guzmán Loera por ambiciosos, despiadados y enamoradizos. Veían a las mujeres como instrumentos para forzar noviazgos que terminaran en bodas y, luego, en sociedades de negocios. El matrimonio era entendido en ambas familias como una condición ineludible para hacer negocios de confianza, al estilo mafioso. Tanto así que el segundo de los Beltrán Leyva, El Mochomo, se casó con una sobrina del Chapo y ambos se decían “primos” con afecto mientras planeaban sus negocios.


Para 2002 los Beltrán Leyva rozaban el poder tan anhelado.El Chapo, El Mayo Zambada, El Azul Esparragoza  y los hermanos juarenses Carrillo Fuentes estaban por concretar una unión inédita de narcotraficantes bajo el membrete de La Federación. Y los cuatro hermanos estaban a la orilla de esa mesa histórica en la criminalidad mexicana.

Pero ese amor duró un suspiro: en 2004 un doble homicidio contra pistoleros del Chapo ordenado por los Carrillo Fuentes provocó la ruptura entre sinaloenses y juarenses. Así, un asiento quedó libre y los Beltrán Leyva se apresuraron a tomarlo con una oferta: convertirse en la facción de seguridad del Cártel del Sinaloa, escoltas de alto nivel que defenderían a sus parientes de todo mal.

Inspirados en su rival el Cártel del Golfo, que había reclutado a soldados de élite desertores para formar su guardia armada –Los Zetas–, los Beltrán Leyva le dieron sentido a su existencia creando su propia tropa: Los Negros, por el color de los uniformes tácticos del equipo S.W.A.T. de Estados Unidos. Al mando de esa misión colocaron a un sanguinario texano crecido en Tamaulipas y que, como a ellos, le gustaban los excesos y las mujeres: a Édgar Valdez Villareal, cuyos ojos claros y piel blanca enamoraban a quienes lo conocían.

Ese quinteto estaba listo para robar el país y hacerlo suyo.

La ruptura con el ‘Chapo’ Guzmán

A inicios de 2007, en el arranque de la “guerra contra el narco”, la Secretaría de la Defensa Nacional elaboró un diagnóstico sobre los cárteles mexicanos y su metástasis por el territorio. El resultado arrojó que, después del Cártel de Sinaloa, el Cártel de los Beltrán Leyva era el segundo en presencia nacional: 16 estados tenían alguna célula con el nombre de los cuatro hermanos o de La Barbie, quien mataba y conquistaba terrenos como si tuviera prisa para encumbrarse tan joven como fuera posible.

Además de su propio membrete, el cártel ya contaba con brazos armados como Los Panda, Los Coyote o las Fuerzas Especiales de Arturo. De continuar así, superarían en unos años la influencia del Chapo Guzmán y sus socios. Y esa percepción tensó la alianza entre ambos bandos. El divorcio llegó tras dos conflictos irreconciliables: la disputa por la ruta narcótica del Pacífico hasta Chicago y la traición del Chapo a Alfredo Beltrán Leyva El Mochomo, sabiendo de la facilidad con la que bajaba la guardia frente a una mujer.

'El Mochomo', Alfredo Beltrán Leyva, fue detenido en enero de 2008 | Especial

El Chapo esperó a que su “primo” organizara una fiesta para tenderle una trampa. Sabía que Alfredo festejaría la víspera de su aniversario con alguna mujer que lo agotaría hasta un sueño profundo. Y así ocurrió: El Mochomo estaba tan agotado que nunca escuchó cómo tropas de la Novena Zona Militar rodearon su casa en Culiacán, Sinaloa, a las tres de la mañana y lo detuvieron sin poder hacer un solo disparo.

El día de su cumpleaños 37, un 21 de enero de 2008, fue detenido en ropa interior. Sus hermanos acusaron que fue Joaquín Guzmán quien dio su ubicación al gobierno federal. Y aquel fue el inicio del fin para el poderoso clan que acarició el sueño de ser los jefes absolutos del crimen organizado en México.

Le bajaron los pantalones a Arturo Beltrán Leyva

Arturo Beltrán Leyva, alias 'El Barbas', fue vinculado con diversas actrices y modelos de la farándula mexicana | ESPECIAL

Con El Mochomo detenido, el gobierno federal dedicó el resto del año a detener a Arturo, El Barbas, el primogénito de Carlos Beltrán Araujo y Ramona Leyva Gámez. Su reputación le precedía: sentía una irresistible atracción por mujeres jóvenes, especialmente actrices y modelos, según los datos que tenía el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Entre la farándula, su nombre, hábitos y vicios sonaban con frecuencia.

La periodista Anabel Hernández asegura que entre sus parejas estuvieron la conductora Galilea Montijo, la actriz Betty Monroe, la cantante Ninel Conde y más, quienes han negado dichos vínculos. “Estamos hablando de un hombre con un montón de fragilidades. Un hombre que con todo su dinero y su virilidad tenía un montón de complejos de inferioridad y de vicios sexuales”, escribió la autora del libro Los señores del narco.

En diciembre de 2009 un lío de faldas acabó con su carrera criminal. El 11 de aquel mes organizó una enorme fiesta en una casa en Tepoztlán, Morelos, hasta donde llegó el grupo musical Los Cadetes de Linares. En pleno concierto privado, un destacamento de élite de la Secretaría de Marina cercó la casa y se lanzó contra él. Unos pocos minutos de diferencia le permitieron huir por una salida oculta.

Marinos en el departamento de Cuernavaca, donde murió Arturo Beltrán Leyva en diciembre de 2009. AP

Sin embargo, en su huida dejó atrás información que llevaría a las Fuerzas Armadas hasta él, otra vez, cinco días después: 24 trabajadoras sexuales que amenizaban la reunión dieron la ubicación de otras casas en Morelos adonde ya las habían llevado. Así, con las pistas de estas mujeres contratadas por él mismo, el 16 de diciembre El Barbas fue rodeado, de nuevo, por militares. Quiso repeler la agresión, pero fue sorprendido por 20 impactos de bala, dejándolo tendido en el pasillo de un departamento del residencial Altitude en Cuernavaca.

Una fotografía se viralizó en esos años: el cadáver de Arturo Beltrán Leyva estaba cubierto de billetes ensangrentados que tapaban su pecho y piernas desnudas. Quienes lo abatieron le bajaron los pantalones, lo que algunos en las Fuerzas Armadas interpretaron como una burla por la manera en que inició su cacería.

Dos semanas después de la muerte de Arturo, detuvieron al tercer hermano, El Charly, en un restaurante en Culiacán, Sinaloa. El cuarto y más joven del clan, Héctor, El H, logró con un mediano éxito mantener en pie el imperio criminal familiar creando alianzas con Los Zetas por cuatro años más, pero en 2014 fue detenido. Mientras cumplía una condena en el penal de máxima seguridad del Altiplano un infarto lo fulminó a los 58 años.

Era 2018 y todo el Cártel de los Beltrán Leyva recibió su acta de defunción.

La afición de ‘La Barbie’ a los tabledance

Édgar Valdez Villarreal, alias 'La Barbie', ostentaba un lujoso estilo de vida (Mónica González)

A pesar de las bajas, La Barbie desoía consejos de todos, hasta los de su fallecido mentor Arturo Beltrán Leyva. Tal vez, porque nunca predicó con el ejemplo: en cada oportunidad, El Barbas le pedía al texano que no confiara en las mujeres, que se controlara, que un día iba a cometer un grave error que no podría enmendar. Pero La Barbie no sólo instaló su propio tabledance XXXóticas, sino que invirtió en varios más por Acapulco: El Foxys, El Maxim, El Platinum, que lo mismo usaba para conocer mujeres que para ocultar droga o lavar dinero, de acuerdo con periodistas locales que han pedido el anonimato.

Incluso, cuentan reporteros acapulqueños, durante sus años de mayor impunidad se volvió inversionista de la mítica Quinta Rebeca, un antiguo prostíbulo que funcionó hasta 2013, del que muchas notas relataron que escondían niñas en sus habitaciones y que operaba dentro del fraccionamiento Marroquín, donde vive Félix Salgado Macedonio, hoy senador reelecto por Morena, señalado por presuntos nexos con el clan Beltrán Leyva.

La afición de La Barbie a los tabledance –fomentada por un viejo vicio en Acapulco de tolerar el turismo sexual– contagió a sus brazos armados: en Quintana Roo, Los Pelones entraron al negocio de la trata de personas; en Morelos, Los Güeros se dedicaron a la prostitución forzada; en la Costa Grande, Guerrero, epicentro de la pornografía infantil, se desarrolló La Gente del Mudo.

Édgar Valdez Villarreal, 'La Barbie', enfrenta cargos por narcotráfico y lavado de dinero en EU. (Especial)

Todos esos grupos se volvieron escisiones libres cuando Édgar Valdéz Villarreal fue detenido en agosto de 2010. Tres versiones explican su detención en Lerma, Estado de México: que el gobierno federal logró su captura tras meses de trabajos de investigación que derivaron en un operativo sorpresa; que El H pagó a mandos cercanos al entonces secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, para que lo detuvieran porque estaba creando su propia organización criminal; o —la que cuentan los periodistas de Acapulco que lo vieron sonreír por televisión–, que todo se trató de un montaje y que se entregó para convertirse en testigo protegido tras años de colaborar con la agencia antidrogas DEA como informante.

Esta tercera versión incluye la posibilidad de que Édgar Valdéz Villarreal, a sus 37 años, se sintió listo para dejar de huir y disfrutar, por fin, de su matrimonio con una joven casi desconocida de nombre Priscila Montemayor, la mujer por la que enterraría su carrera criminal y cuyos encantos hicieron sucumbir al último jefe de los Beltrán Leyva.

El fin del Cártel de los Beltrán Leyva

Red criminal del Cártel de los Beltrán Leyva | Especial

El arresto –pactado o no– de La Barbie puso al Cártel de los Beltrán Leyva al borde de la muerte. Y lo que los empujó al precipicio fue que su suegro Carlos Montemayor, heredero de la estructura criminal y dueño de una millonaria empresa de transporte que iba y venía desde México hasta Estados Unidos, fue detenido en Santa Fe, Ciudad de México, en noviembre de 2010, y después extraditado a Estados Unidos.

Aquel arresto rompió para siempre la hegemonía del cártel. Entonces, norte, centro y sur del país cambiaron para siempre, pues las células que antes respondían a los hermanos Beltrán Leyva o al pistolero texano La Barbie se convirtieron en sus propios jefes dentro de sus pequeños cotos de poder. De esos añicos surgió, por ejemplo, La Gente del Chapo Isidro, un grupo criminal que aún opera en Sinaloa bajo las órdenes de Fausto Isidro Meza Flores, quien lidera, al menos, tres violentos brazos armados: La Oficina, Los Anti Antrax y Los Mazatlecos, enemigos a muerte de Los Chapitos, según ha reporteado Insight Crime.

También de esa herida nacieron Los Guerreros Unidos, señalados por su participación en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. Sus enemigos, Los Rojos, también tienen sus raíces en el árbol de los Beltrán.

Los Tlacos surgieron de la fragmentación del Cártel de los Beltrán Leyva en Guerrero | Redes Sociales

Los exaliados de La Barbie crearon el temible Cártel Independiente de Acapulco, que maneja los hilos de la industria clandestina del sexo en el puerto guerrerense con ojos en cada tabledance, casa de citas y hoteles de paso. Y La Barredora, que se ha vuelto el azote de los empresarios que sobreviven a las extorsiones del viejo y nuevo Acapulco.

Nacieron también Los Tlacos, Los Ardillos, Los Granados, Los Rusos, Los Carrillo, Los Maldonado, La Bandera, Los Tequileros y demás criaturas salidas de la ruptura de los Beltrán Leyva en Guerrero; en el Estado de México se hicieron llamar El Cártel de la Mano con Ojos y ahora firman como Nuevo Imperio; en Morelos, se bautizaron Los Tlahuicas, Los Mayas, El Infierno, el Cártel Fantasma o la Federación Morelense; en Ciudad de México engendraron al Cártel de Tláhuac que en 2007 provocó el primer narcobloqueo de la capital mexicana durante un operativo contra su líder Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos.

Una base de datos elaborada en MILENIO a partir de datos de la Secretaría de la Defensa Nacional, el Colegio de México, la Universidad Iberoamericana y el despacho Lantia Intelligence arroja que del viejo Cártel de los Beltrán Leyva hoy han surgido, al menos, 48 brazos armados. Son ejércitos privados a cargo de un puñado de capos locales que deben su existencia a la debilidad, de cuatro hermanos y de su aprendiz, por la fiesta y las mujeres.

GSC/ATJ 

  • Óscar Balderas
  • Oscar Balderas es reportero en seguridad pública y crimen organizado. Escribe de cárteles, drogas, prisiones y justicia. Coapeño de nacimiento, pero benitojuarense por adopción.

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