Su vida como narcotraficante lo hizo convertirse en uno de los hombres más buscados por México y Estados Unidos. Joaquín El Chapo Guzmán Loera, se ha definido a sí mismo como un empresario "adicto a las mujeres" y no como un capo que durante años lideró el cártel de Sinaloa, una de las principales organizaciones criminales dedicada a la venta y distribución de drogas en el mundo.
Este "monstruo", para muchos, llegó a comentar que su producto "lo consume quien quiere, no a quien se le obliga", al menos así lo recuerda Mónica Ramírez Cano, criminóloga que elaboró el perfil psicológico de este capo, además de otros personajes como La Mataviejitas, Mario Villanueva, El Z40, El Menchito, Succar Kuri, La Narcosatánica, entre otros.
La misión le fue encomendada por su jefe Renato Sales, en la Comisión Nacional de Seguridad. Fue entonces que dentro el Órgano Administrativo Desconcentrado Prevención y Readaptación Social debía perfilar diversos objetivos prioritarios del gobierno federal, esos que dice, “han cometido delitos que dejan una herida muy profunda en la sociedad”.
En entrevista con MILENIO, la especialista cuenta que, fuera del contexto de confidencialidad y de la secrecía de profesión, platicó con El Chapo de diversos asuntos que demostraban esa otra cara de aquel narcotraficante famoso por sus fugas a través de túneles.
Por ejemplo, Joaquín Guzmán Loera “para la gente siempre ha sido el monstruo que creó esta organización delincuencial tan grande y tan compleja (cártel de Sinaloa), y él se ve a sí mismo como un empresario que dice ‘mi producto lo consume quien quiere, no a quien se le obliga’”.
El cártel de Sinaloa, ¿una empresa?
El 8 de enero del 2016 fue recapturado en Los Mochis, Sinaloa, tras fugarse del penal del Altiplano por un túnel subterráneo, pero ante el riesgo de que pudiera escapar de nuevo fue extraditado a Estados Unidos donde en julio del 2019 fue sentenciado a cadena perpetua, tras haber sido declarado culpable de ocho cargos de crimen organizado y narcotráfico, por lo que fue enviado a la prisión de máxima seguridad ADX, en Florence, Colorado.
Previo a este proceso, Mónica recuerda que durante casi un año que platicaba con él, buscaba dibujar la parte humana de este criminal, quien le contaba algunos de sus pensamientos como, por ejemplo, que “la causa social que más le dolía o que más le preocupaba (a El Chapo) eran los niños de Centroamérica y Sudamérica, que andan descalzos pidiendo dinero, que no tienen ni ropa ni comida, ni escuela ni nada”, y que su cártel era ‘como una empresa’.
“Joaquín se ve a sí mismo como un empresario y cuando le pregunté que para él cuál el peor delito, respondió que el secuestro porque con éste matas una serie de esperanzas de vida y vidas de manera directa e indirecta”.
Las narcoseries, "puras mentiras" para El Chapo
El mundo del crimen organizado ha inspirado a que directores de cine y escritores se atrevan a construir estos escenarios, sin embargo, ante la cantidad de películas y series en plataformas digitales o incluso en la industria de la piratería, que intentaron recrear la biografía de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo no estuvo de acuerdo con estas filmaciones; imágenes donde lo pintan como el capo que domó las riendas del poder y el mundo del narcotráfico. No obstante, recuerda Mónica, él dijo estar en desacuerdo porque lo describían con mentiras.
“Él estaba muy molesto porque habían sacado una película, creo que la sacaron en la plataforma de Netflix. Él estaba muy enojado porque decía ‘es que si alguien les puede decir quién soy yo, pues soy yo, y me dijeron que esa película fue un desastre y puras mentiras que cuentan de mí ahí’. Sí se mostraba molesto ante eso (…), decía que sacaban cosas que no tenían nada que ver con él.
"No creo que haya alguna serie que haya logrado, ahora sí que exponer a El Chapo como ser humano. El Chapo también llora, El Chapo también se arrepiente, El Chapo también quisiera cambiar cosas en el mundo, pero es uno de los narcotraficantes más peligrosos que hemos tenido en la historia de México. El Chapo también generó un dolor muy profundo en la sociedad, y quizás en los inicios de su carrera fue violento. A mí no me tocó eso, no puedo hablar de un Chapo con el que no me tocó platicar”.
La narcocultura y la legalización de la mota
Para ella, El Chapo es un capo de la vieja escuela, quien a su parecer le contaba que “los jóvenes de ahora que están con esta narcocultura y esta modalidad de crimen organizado, no respetan la palabra y no respetan los acuerdos, y el mismo veía este cambio, los capos de la nueva escuela han sustituido la palabra por la violencia; lo comentaba y veía”.
“Joaquín es un capo de la vieja escuela que todavía cree en las negociaciones, en el respeto a éstas por medio de la palabra y es un capo que yo de alguna manera en cuanto a diagnóstico lo que te puedo decir es que tiene rasgos sicopáticos marcados, pero no es un sicópata (…) El Chapo es una persona que tiene muy claro lo que quiere y es una persona que no espera a que sucedan las cosas, las hace posibles”.
El Chapo, recuerda, decía que él estaba a favor de la legalización de la mariguana “porque mucha gente que la vende y trabaja sembrándola pues no iba a parar a la cárcel, al ser un sustento”.
Originario de Badiraguato, Sinaloa, este narcotraficante creció en un ambiente rural con algunas dificultades socioculturales, en donde en la época de los 80 y 90 la gente que se dedicaba a sembrar optaron cambiar el tomate y cebollas por mariguana.
“Él (Joaquín Guzmán Loera) en su cabeza tiene muy claro que la gente lo hace para sobrevivir, sembrar (mariguana) para sobrevivir, ahorita ya puede ser con pleno conocimiento de causa. Decía que a él le costó mucho, que estudió hasta segundo de primaria en su rancho y fue en la cárcel donde acabó sus estudios de secundaria y preparatoria”.
IRH