Traiciones, la detención o abatimiento de líderes criminales han figurado a lo largo de los años en México como las razones por las cuales grandes organizaciones criminales se fragmentaron, dejando a su paso un estallido de células criminales que buscaron forjar su propio camino.
Si bien la subordinación a un liderazgo fue una característica que adoptaron en sus inicios algunas de las principales organizaciones delictivas -como por ejemplo el Cártel de Sinaloa o el del Golfo- el dinamismo con el que se mueve la esfera del narcotráfico, sumado al control territorial y al ascenso de otros jefes criminales poco a poco ha ido reconfigurando el hampa del país.
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Y es que, en su afán de expandir su presencia a otros territorios y de proteger su lucrativo negocio, dentro de la estructura de los propios cárteles del narcotráfico se han creado grupos a los cuales se les asignan roles específicos, los cuales van desde la producción o coordinación del trasiego de drogas hasta el combate bélico.
De acuerdo con la Real Academia Española (RAE) un cártel es definido como una organización ilícita que trafica con drogas o con armas o como un convenio entre empresas para evitar la competencia. En tanto, un brazo armado es descrito como una facción violenta dentro de un grupo político no reconocido; es decir, una cuadrilla designada para cometer actos violentos en defensa de algún interés.
En la historia del narcotráfico en México los brazos armados se han convertido en una de las principales herramientas con las que organizaciones delictivas cuentan para estructurar y mantener su imperio criminal. Sin embargo, hay algunos que lograron pasar de dicha subordinación a convertirse en cárteles por derecho propio.
Los Zetas: el brazo armado de Osiel Cárdenas Guillén
Uno de los ejemplos más claros sobre cómo un brazo armado puede convertirse en una organización delictiva independiente es el caso de Los Zetas. Corría el año 1997 cuando el tamaulipeco Osiel Cárdenas Guillén, quien recién había heredado el poderío que Juan García Ábrego dejó en el Cártel del Golfo, tomó una decisión que cambió el rumbo de la violencia en México para siempre.
Convencido de necesitar alguien que cuidara sus espaldas y su negocio, el también llamado Mata Amigos reclutó a alrededor de 30 miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) del Ejército Mexicano. Aquellos soldados de élite cambiaron de bando de la noche a la mañana sin imaginar que el poder que acumularían los llevarían a ser conocidos como el cártel más sanguinario que ha operado en México.
"La sofisticación logística y el entrenamiento militar de los Zetas contribuyeron a su ascenso al poder. Se hicieron famosos por su uso de armamento y tecnología de comunicaciones de última generación, y por aplicar una disciplina militar en la planificación de operaciones y la recopilación de información", describió InSight Crime sobre Los Zetas.
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Con su violento brazo armado, Osiel Cárdenas Guillén comenzó a expandir sus redes del narcotráfico fuera de Tamaulipas hasta su detención en 2003, no obstante, las bases que sentó con la violenta ofensiva fueron aprovechadas por otros líderes criminales como fue el caso de los hermanos Omar y Miguel Ángel Treviño Morales.
"Los Zetas fueron ganando espacios dentro de la organización, convirtiéndose en la unidad sicarial más importante del Cártel del Golfo y en los responsables de dirigir el proceso de expansión de la organización hacia entidades como Coahuila, Veracruz, San Luis Potosí y Zacatecas", señaló el Gobierno de México en el informe Dignificando la Memoria: la desaparición de personas en Veracruz (2019).
Tal y como expone un artículo de la fundación dedicada al estudio y la investigación de amenazas para la seguridad nacional de América Latina y el Caribe, en 2010 Los Zetas lograron establecer presencia en al menos 405 municipios de México y algunas zonas de Guatemala. Adicionalmente, tejieron una red de contactos internacionales a lo largo de Centroamérica, Colombia, Venezuela y hasta algunos países de Europa y África Occidental.
El amplio control territorial de Los Zetas era operado por facciones locales que, a su vez, reclamaron cualquier actividad criminal que tomara lugar en su “plaza” como por ejemplo el secuestro de migrantes, la extorsión, el robo de combustible y hasta la piratería.
En 2007, mientras Osiel Cárdenas Guillén era extraditado a Estados Unidos, una serie de acusaciones de traiciones entre los liderazgos del Cártel del Golfo y el poderío incontenible de Los Zetas comenzaron a fragmentar la alianza.
"Desde 2007 muchas de sus decisiones Los Zetas las comenzaron a tomar de forma independiente, sin tomar en cuenta la cúpula del Cártel del Golfo, lo que propició una desconexión entre los elementos de ambas facciones de la organización e, incluso, rivalidades entre las mismas [...] una serie de agravios llevaron a una especie de punto sin retorno, lo que provocaría una intensa lucha por los territorios que ambos compartían", describió en un informe el Gobierno de México.
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Ya para 2010, Los Zetas se percibían como una organización delictiva independiente al Cártel del Golfo al cual incluso le disputaron el control de ciudades clave de Tamaulipas como Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa.
Eventualmente, la detención o abatimiento de líderes criminales de las dos organizaciones provocaron la fragmentación de ambos cárteles, sin embargo, únicamente una escisión de Los Zetas ha logrado volver a posicionarse como una de las más peligrosas del noreste de México hasta la actualidad.
El Cártel del Noreste: la herencia de los Treviño Morales
De la hidra de mil cabezas en la que se convirtió el Cártel del Golfo, únicamente Los Zetas y el Cártel del Noreste han logrado encajar en la definición de cártel que propone la Real Academia Española.
Tras la aprehensión de Omar y Miguel Ángel Treviño Morales, el imperio criminal de Los Zetas quedó en manos de su sobrino Juan Francisco Treviño Chávez, mejor conocido como El Kiko.
El ascenso del joven familiar de El Z40 y el El Z42 generó descontento entre integrantes de la organización delictiva que argumentaron tener más derecho al liderazgo. Ante la inminente fragmentación de Los Zetas, El Kiko optó por nombrar a su escisión como el Cártel del Noreste y concentró sus operaciones en Nuevo Laredo, Ciudad Victoria, Nuevo León, el norte de Coahuila y Veracruz así como en algunas zonas de Zacatecas y San Luis Potosí.
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Dentro del portafolio criminal del Cártel del Noreste destacan el control del narcomenudeo, la extorsión, el secuestro y el tráfico de migrantes. Empero, en 2018 el Departamento de Justicia de Estados Unidos ya ubicaba a la organización delictiva como la encargada de traficar drogas como la cocaína, heroína, metanfetamina y marihuana a centros de distribución en Laredo, Dallas, Atlanta y Nueva Orleans.
El poderío que poco a poco acumularon bajo el liderazgo de Juan Francisco Treviño Chávez los llevó incluso a contar con su propio brazo armado al cual autodenominaron como La Tropa del Infierno. El Kiko fue aprehendido en septiembre de 2016, heredando así el control de la organización a su hermano Juan Gerardo Treviño Chávez, alias El Huevo.
En marzo de 2022 el segundo sobrino de los sanguinarios líderes de Los Zetas también fue aprehendido, relevando nuevamente el liderazgo de la organización que continúa operando y disputándose territorios con escisiones del Cártel del Golfo e, incluso, con grupos criminales foráneos.
Los Salazar
El histórico liderazgo que Ismael El Mayo Zambada mantuvo en el Cártel de Sinaloa hasta su aprehensión el pasado 25 de julio hizo de su organización un conglomerado de células criminales que coordinaron sus actividades a lo largo y ancho del país.
Si bien en la actualidad el también llamado Cártel del Pacífico ya no se percibe como una organización unificada, en Sonora una de las células criminales que durante décadas operó bajo su yugo vislumbró en meses pasados su intención por independizarse: Los Salazar.
Adán y José Crispín Salazar Zamorano fueron los encargados de fundar la violenta célula criminal que se alió con la gente de Joaquín El Chapo Guzmán para controlar y "proteger" el negocio del tráfico de drogas desde Navojoa y Hermosillo.
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Aquel clan familiar trabajó hombro con hombro con el Cártel de Sinaloa hasta que la captura definitiva y extradición de El Chapo a Estados Unidos dejó a sus hijos al frente de su parte de la organización delictiva.
Especulaciones sobre la disputa del trasiego de fentanilo han rodeado la ruptura entre Los Salazar y el Cártel de Sinaloa, sin embargo y de acuerdo con información obtenida por el periodista Óscar Balderas, fue la captura de El Mayo Zambada la que desató disputas entre ambas organizaciones criminales en el desierto de Sonora.
Y es que, con el septuagenario capo fuera del juego y de frente a la pugna interna que se libra en Culiacán, más de un liderazgo de células criminales busca controlar el lucrativo negocio cuyas bases se asentaron años atrás en medio de alianzas que parecen haber llegado a su fecha de caducidad.
La Línea: el brazo armado del Cártel de Juárez
La ubicación geográfica de Chihuahua y la amplia frontera que comparte con Estados Unidos hicieron de la entidad un epicentro de violencia motivado por la disputa de organizaciones delictivas.
El Cártel de Juárez, alguna vez encabezado por la familia Carrillo Fuentes, se convirtió en la organización delictiva predominante en el estado y estableció fugaces alianzas con otros cárteles, incluyendo el sinaloense.
De acuerdo con InSight Crime, el poderío que acumularon está relacionado con las operaciones bien establecidas que tienen de transporte, almacenamiento y seguridad, además de su capacidad de cooptar a las autoridades locales y estatales.
"Durante mucho tiempo han cobrado un impuesto por dejar que otros grupos usen sus plazas o corredores para el tráfico de drogas, depende de alianzas para operar a lo largo y ancho del país", detalla un análisis del think tank.
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La militarización y sofisticación que con el paso de los años adquirió la delincuencia organizada orilló al Cártel de Juárez a crear sus propios brazos armados para proteger sus plazas y negocios. Destacaron Los Aztecas y La Línea, siendo éste último el que mayor relevancia ha cobrado en el hampa del país.
Documentos federales del Gabinete de Seguridad consultados por el periodista Óscar Balderas en enero de 2024 apuntan a que La Línea se consolida como la escisión más poderosa del Cártel de Juárez al comenzar a operar sus propias redes de tráfico de metanfetaminas así como de tener el control del trasiego de migrantes indocumentados, dos prisiones locales y la extracción ilegal del agua de zonas protegidas para revenderla a mineras que extraen oro, plata, cobre y zinc.
El poderío que el brazo armado del Cártel de Juárez alcanzó se vio reflejado no solo en la ampliación de su portafolio criminal sino también en su número de integrantes pues, según el informe, pasó de tener unos cientos de sicarios a una base social de unos 15 mil miembros.
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A La Línea se le involucró en crímenes que cimbraron a la opinión pública el país como lo fueron la masacre de alrededor de 15 personas en Villas de Salvárcar así como el ataque en 2019 a la familia LeBarón en el municipio de Bavispe.
Múltiples son los factores que convergen para que una célula criminal se independice de sus viejos socios y forje su propio imperio criminal, no obstante y como en diversas ocasiones se ha visto, es cuestión de tiempo para que su auge se desmorone y sus bases sean aprovechadas por otra mente criminal en ascenso.
ATJ