No hace falta pasar encubierto o hablar en voz baja. Tampoco hace falta arriesgarse por calles estrechas y oscuras. Ni tocar puertas en barrios bravos e inhóspitos: comprar un pase o un toque es casi tan sencillo como pedir una cerveza en cualquier bar, en cualquier antro…
MILENIO constató, a través de recorridos realizados en cuatro noches, y con testimonios de paseantes de las colonias Roma y Condesa, que la oferta y compra de drogas en estas zonas de clase media alta ocurre así, frente a todos.
Tampoco hace falta que se haga de noche. Si alguien quiere comprar, algunos chicos de valet parking pueden conseguir lo que sea, las 24 horas del día, si pagas buena propina. Pero no solo ellos…
Juan “N” vende globos y paletas desde hace 17 años en la Condesa, una colonia que, dice, “antes era muy familiar. El negocio era redituable, vendía mucho, especialmente los fines de semana, pero las cosas fueron cambiando. Los malandros, como en todos lados, también se apoderaron de esta zona”, cuenta, mientras recorre una de las avenidas en un viernes que ya le “pinta bien”.
“Los bares no eran bares, había lavanderías, papelerías y alguna cosa rara que sigue como los lugares donde venden cuadros y arte, pero era un lugar tranquilo, uno no se imaginaba que había gente que asaltara o que vendiera droga”.
Hace unos meses a Juan lo abordaron cuatro hombres mientras caminaba en esta misma avenida. Era jueves. Los cuatro, recuerda, no rebasaban los 20 años de edad y le ofrecieron un negocio. Uno que “el patrón le mandaba para que tuviera más lana y para que me curara el pie enfermo que tengo”.
Se trataba de miembros del cártel de la Unión de Tepito, mejor conocido entre los vendedores ambulantes como la “U”, que opera desde 2012, y cuyo dominio se ha expandido a la colonia Roma y Juárez, colindantes con la Condesa.
“Los chavos me dijeron que me podía alivianar vendiendo sus productos, que no me los dejarían en ese momento, pero que si alguien preguntaba por sus cosas, yo tenía que darles el número de uno de ellos, o llamarles de inmediato”. Eso último, recuerda Juan, no sonó a negocio, fue más bien una amenaza.
Como él, decenas de vendedores están obligados por miembros del cartel a guardar, distribuir y recomendar la droga que la “U” controla y distribuye en los bares y centros nocturnos de la zona, especialmente en los “antros o afters”, que permanecen abiertos después de las 2 de la mañana.
La dinámica es sencilla: los vendedores se colocan en puntos ciegos o estratégicos de venta como la entrada de los bares, o los baños de los antros. Ahí, en el caso de las mujeres, la señora que te pide una propina por limpiar los sanitarios es la misma que te pregunta “si vas a querer dulces”, o si “necesitas algo para mejorar tu fiesta”. Si accedes, te piden tu número celular, donde puedes consultar el menú (sí, un menú de drogas) y donde más tarde te darán instrucciones de pago y recepción de la droga.
El menú tiene todo. “Polvo”, es decir cocaína, 500 pesos por gramo, MDMA, un derivado de la metanfetamina, 200 pesos la dosis, o 900 pesos por gramo. Las “pastillas” o “tachas”, es decir éxtasis, 100 pesos cada una y el “cristal”: 450 por gramo.
En el caso de la mariguana la oferta es más amplia: el menú va desde la mota más barata, 20 pesos por gramo, hasta Sour diesel o Hindú Kush, una planta que solo se da por temporadas y tan exclusiva que puede costar hasta 200 pesos el gramo.
La entrega del producto puede hacerse dentro de los establecimientos con presencia de la “U” o bien, fuera de ellos en el punto que determina el vendedor. Todo a través de mensajes de WhatsApp…
Entrega a domicilio
En caso de que la fiesta siga en otro sitio, fuera del bar, los vendedores pueden hacer llegar el producto a cualquier lugar. Cuentan con una red de distribución organizada, discreta y eficaz y la dinámica es más o menos similar, todo a través de mensajes, donde el vendedor nunca revela su nombre ni su ubicación.
La red ya opera como cualquier servicio de paquetería o entrega de comida rápida, incluso algunos de los repartidores traen mochilas térmicas de servicios de comida. Una vez que se hace el pedido, el producto es llevado hasta el lugar que el cliente determine y hace el pago a contra entrega. Los productos son entregados en una bolsa sellada, de papel estraza, o bien en sobres de color manila.
Si el producto se entrega en los bares, la operación se realiza con mayor discreción, la mayoría de las veces en los baños y a través de estrecharle la mano al vendedor.
La operatividad es funcional, pues ha evitado que la distribución se realice en las calles. “Así, si les cae la chota, se llevan a menos personas y la cantidad de lo que tienen adentro es menor”.
Droga en todos lados...hasta ‘room service’
Roma-Condesa
La red de distribución opera las 24 horas, como cualquier servicio de paqueteríao de repartición de comida rápida: es organizada, discreta y eficaz.
Ciudad de México /
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