"Y aunque soy muy tranquilo, buen respaldo he tenido. Se topan con la gente que siempre me ha de cuidar, lo vuelvo a mencionar: igualito a mi apá", es una de las estrofas del tema interpretado por Fuerza Regida y Peso Pluma que se ha popularizado en redes sociales en los últimos días tras la extradición de Ovidio Guzmán López a Estados Unidos.
No es un secreto que los narcocorridos y corridos tumbados suelen narrar las hazañas de integrantes de la delincuencia organizada y, aunque los compositores e intérpretes no han confirmado que su canción está inspirada en la familia Guzmán o el Cártel de Sinaloa, internautas no han tardado en relacionarla con El Ratón y El Chapo.
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Seis años han transcurrido desde que Joaquín Guzmán Loera fue extraditado a Estados Unidos y aunque el panorama para el capo sinaloense se limita a pasar el resto de sus días en una prisión de súper máxima seguridad, es ahora su hijo Ovidio quien rendirá cuentas a la justicia estadunidense por presuntamente haber continuado con el negocio de su padre junto a tres de sus hermanos.
De acuerdo con información del Departamento de Justicia y de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) los hermanos Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar así como Ovidio y Joaquín Guzmán López, asumieron el puesto que su padre tenía dentro del Cártel de Sinaloa y encabezan operaciones internacionales de tráfico de drogas.
Si hay algo que ha distinguido a Los Menores o Los Chapitos -como son conocidos popularmente- es que agencias de seguridad estadunidenses los señalan de encabezar la “red de tráfico de fentanilo más peligrosa y prolífica del mundo”, la cual ha desatado una crisis de salud pública en el país de las barras y las estrellas.
Es así como los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán se convirtieron en objetivos prioritarios para autoridades de ambos países, tal y como su padre lo fue en su momento.
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Sin embargo, dentro del legado que el cofundador del Cártel de Sinaloa dejó a Los Chapitos no solo se encuentran ganancias millonarias y reconocimiento internacional, sino también un cúmulo de consecuencias legales y personales que no solo marcaron su propio destino sino también el de Ovidio Guzmán López… hasta ahora.
La evasión de justicia
Joaquín Guzmán Loera logró evadir la justicia en diversas etapas de su trayectoria criminal, siendo sus fugas de penales federales algunas de las más recordadas entre la opinión pública.
En 1993 El Chapo fue detenido por primera vez en Guatemala. Aunque en esa época apenas se perfilaba para convertirse en el líder de una de las organizaciones delictivas más poderosas de México, el sinaloense fue recluido en la cárcel de Puente Grande, Jalisco en 1995.
Años más tarde, en 2001, Joaquín Guzmán Loera protagonizó su primer gran escape al salir del centro penitenciario escondido en un carrito de lavandería, según la versión oficial de autoridades.
Durante 13 años se mantuvo prófugo, lo que permitió que el Cártel de Sinaloa se afianzara en la cúpula de narcotráfico en México, hasta que en 2014 fue capturado nuevamente en Mazatlán.
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Joaquín Guzmán Loera ingresó al Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 1 en el Estado de México, una cárcel considerada como la más segura de México en donde El Chapo se ganó un lugar por su perfil criminal y su antedecente de fuga.
No obstante, ni los imponentes muros alambrados ni los meticulosos protocolos de seguridad resultaron suficientes para evitar su segundo gran escape.
El 11 de julio de 2015 el cofundador del Cártel de Sinaloa se fugó de un penal de máxima seguridad en México a través de un túnel subterráneo de mil 500 metros de largo abordo de una moticicleta que corría por una vía acondicionada con oxígeno e iluminación.
Emma Coronel y los hijos de El Chapo fueron los encargados de coordinar el escape que no solo sorprendió a la comunidad internacional sino que también le valió al capo haber sido considerado como el narcotraficante más buscado del mundo.
Finalmente, Joaquín Guzmán Loera fue detenido de forma definitiva en enero de 2016 con la instrucción casi inmediata de ser extraditado a Estados Unidos.
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Aunque Ovidio Guzmán no tuvo tanta suerte como su padre, El Ratón logró escabullirse de la justicia mexicana en un turbio episodio que quedó grabado no solo en el imaginario colectivo, sino también en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador: El Culiacanazo.
El 17 de octubre de 2019 la ciudad de Culiacán y zonas aledañas se convirtieron en un campo de guerra luego de que autoridades federales desplegaran un intenso operativo que tenía como objetivo capturar a Ovidio Guzmán López, El Ratón.
En respuesta a dicha intención por detener a uno de los líderes de Los Chapitos, decenas de civiles armados desataron balaceras y bloqueos en puntos estratégicos a plena luz del día, lo que provocó temor entre la sociedad civil.
El operativo mal planeado obstaculizó el traslado del hijo de El Chapo Guzmán a la capital mexicana por lo que el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó su liberación para frenar las jornadas de violencia en la capital sinaloense.
Aquella decisión le valió un sinfín de críticas al mandatario tabasqueño y su administración, pero también le dio la oportunidad a Ovidio Guzmán López de gozar de su libertad al menos dos años más, hasta que finalmente fue detenido en un nuevo operativo desplegado en Culiacán durante los primeros días de este 2023.
El Altiplano, el abogado y sus amparos
Al haber sido capturados definitivamente, tanto Joaquín Guzmán Loera como su hijo Ovidio Guzmán López fueron trasladados vía aérea desde Sinaloa a la Ciudad de México.
El Ratón ingresó al Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 1 en Almoloya de Juárez mejor conocido como El Altiplano, el mismo penal de donde se fugó su padre en 2015.
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Uno de los abogados encargados de intentar postergar la extradición de Joaquín Guzmán Loera fue el licenciado Alberto Díaz Mendieta. Si bien autoridades mexicanas ya se encontraban en trámites para extraditar al capo a Estados Unidos, el litigante participó promoviendo amparos que mantuvieron a El Chapo al menos 375 días en suelo mexicano.
Alberto Díaz Mendieta también fue el encargado de asistir a Ovidio Guzmán López tras su detención en la sindicatura de Jesús María el pasado mes de enero, no obstante, recientemente el abogado emitió una carta en la que sostuvo que autoridades federales no respetaron el plazo establecido que como defensor tenía para promover un amparo que frenara la extradición del hijo de El Chapo.
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De acuerdo con su comunicado, El Ratón fue notificado la tarde del 14 de septiembre y su traslado se llevó a cabo en un sigiloso operativo la mañana del 15 de septiembre. Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador informó que los abogados de Ovidio no habían presentado ningún amparo y que el proceso se había realizado de forma legal.
La extradición, Jeffrey Litchman y los intereses políticos
Uno de los detalles que más llamó la atención sobre la extradición de Ovidio Guzmán López es que fue trasladado desde el Aeropuerto Internacional de Toluca al Centro Correccional Metropolitano de Chicago en el mismo avión que años atrás también abordó su padre.
Se trata de un jet Bombardier Challenger 605 de la Fiscalía General de la República (FGR) -apodado también como "el avión de las extradiciones"- el cual en enero de 2017 entregó a Joaquín El Chapo Guzmán a autoridades estadunidenses en Nueva York.
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Una vez que se dio por iniciado el proceso legal en contra de Ovidio Guzmán en el Distrito Norte de Illinois trascendió que sería representado por el abogado Jeffrey Litchman que para sorpresa de muchos -o no tanta- también representó a El Chapo en el llamado Juicio del Siglo celebrado en la Gran Manzana.
El pasado 18 de septiembre, El Ratón escuchó por primera vez los cargos por los cuales es requerido por la justicia estadunidense, sin embargo, se declaró inocente ante la jueza Sharon Johnson Coleman con lo que se marcó el inicio de una ardua batalla legal prevista a realizarse en próximas fechas.
Aunque se desconoce si en esta ocasión la estrategia de Jeffrey Litchman resulte suficiente para desestimar las acusaciones de la fiscalía en contra de su representado, se espera que el juicio de Ovidio Guzmán se asemeje al que Joaquín Guzmán Loera enfrentó previo a ser sentenciado a pasar el resto de sus días en una celda de ADX Florence.
Resulta casi imposible aislar la extradición de dos objetivos relevantes para la justicia estadounidense del panorama político de ambos países.
Y es que los acuerdos de extradición han funcionado con el paso de los años como una parte fundamental de la relación bilateral entre México y Estados Unidos, pero también como fines de inclinación política.
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Fue mucha la casualidad que la detención definitiva de Ovidio Guzmán López se concretó tan solo tres días antes de que el presidente Joe Biden visitara México en el marco de la X Cumbre de Líderes de América del Norte.
La situación se repitió 252 días después de aquel operativo, pues El Ratón fue extraditado el 15 de septiembre de 2023, antes de que el presidente Andrés Manuel López Obrador saliera al balcón principal de Palacio Nacional a dar el tradicional Grito de Independencia ante miles de mexicanos y mexicanas.
En el caso de Joaquín El Chapo Guzmán, su extradición a Estados Unidos se suscitó horas previas a que Donald Trump tomara posesión como presidente de Estados Unidos, una jugada que también la administración de Enrique Peña Nieto puso en marcha a escasos días de que Luis Videgaray asumiera el cargo de titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Aunque existen historias dentro del narcotráfico en México en donde hijos de grandes capos optaron por no seguir el estilo de vida de sus padres, para la familia Guzmán parece lejano salir de aquel millonario negocio ilícito que los consolidó como algunos de los narcotraficantes más buscados del mundo, el mismo que también los condenó a pasar una vida fuera de lo común, con los ojos de autoridades mexicanas y estadunidenses vigilando cada uno de sus pasos.
ATJ