Experto en lucha ‘antinarco’, el comandante de la Guardia Nacional

Designación. El combate no solo debe ser contra la oferta de droga, plantea Luis Rodríguez Bucio en ensayo.

López Obrador anunció ayer al militar como jefe de la nueva institución de seguridad. (Javier Ríos)
Ignacio Alzaga
Ciudad de México /

El general Luis Rodríguez Bucio, comandante de la Guardia Nacional, es un experto en el combate a los cárteles y en labores de inteligencia. A partir de años de lucha contra estos grupos, aseguró que las fuerzas armadas les han asestado golpes trascendentales y deben continuar en esta tarea ante la debilidad de otras instituciones.

Advirtió que la estrategia de seguridad no solo debe ser contra la oferta de drogas, porque estas organizaciones han tenido capacidad de “recuperación” para seguir operando. Esta es una de las principales tesis de su ensayo “Esbozo histórico de la participación de las fuerzas armadas en las acciones gubernamentales contra el narcotráfico en México”, publicado en 2016 y consultado por MILENIO.

El hombre que tendrá bajo sus órdenes a 60 mil hombres, consolidó una carrera militar de más de cuatro décadas con una amplia experiencia en la lucha antidrogas; en 1993 ya era subjefe de la Fuerza de Tarea Marte, en Badiraguato, Sinaloa, donde se le ordenó junto a sus tropas erradicar los plantíos de mariguana y amapola en Sinaloa, Chihuahua y Durango, el denominado Triángulo Dorado de la Sierra Madre Occidental.

Rodríguez Bucio es reconocido al interior del Ejército como el general en activo que más experiencia tiene en materia de seguridad pública, inteligencia militar y tácticas contra insurgencia.

Su experticia no solo ha sido operativa, también se ha dedicado a estudiar el papel de las fuerzas armadas en el combate al narco, a lo que ha sumado su encargo como presidente en 2018 del Consejo de Delegados de la Junta Interamericana de Defensa (JID) de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo que amplió su visión a una perspectiva sobre las amenazas hemisféricas y le permitió consolidar vínculos con mandos militares de Estados Unidos y del continente americano.

DÉCADAS TRAS LA PISTA

Con 62 años, a cinco meses de pasar a situación de retiro, el general es el primer jefe al mando de la Guardia Nacional, columna vertebral de la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador, que conjunta a policías militares, federales y marinos.

Se dedicó a conocer las entrañas de los cárteles. Su tesis de maestría en Seguridad y Defensa Nacional (2002-2003) fue sobre la “Capacidad de los grupos armados que han surgido en el país y su efecto en la seguridad Nacional”; su tesis de doctorado (2016) fue la “Estrategia de Combate al Narcotráfico del presidente Felipe Calderón Hinojosa”.

En 2004 regresó al Triángulo Dorado como comandante del Batallón de Operaciones; fue jefe de inteligencia militar entre 2004 y 2010 al frente del Grupo de Análisis e Información de Narcotráfico en el Estado Mayor de la Sedena, durante una de las etapas de mayor intensidad en la guerra contra estas organizaciones. En 2011-2013 coordinó las acciones contra los grupos del narco en Nuevo León, Tamaulipas y San Luis Potosí.

El general escribió en 2016 su ensayo “Esbozo histórico de la participación de las fuerzas armadas en las acciones gubernamentales contra el narcotráfico en México”. En sus conclusiones puntualizó que “mientras el acento de la política internacional siga puesto en la oferta, no habrá variaciones importantes a la forma de tratar de contener el cultivo, producción y flujo de las drogas hacia los consumidores”.

Subrayó que “la debilidad de las instancias encargadas de su atención, principalmente la PGR, desde que se le asignó la responsabilidad de atender la problemática, nunca ha desarrollado capacidades que permitan retirar a las fuerzas armadas de esa tarea”.

Aclaró que “las diferentes acciones han logrado afectar la estructura de las organizaciones de narcotráfico… sin embargo, su capacidad de recuperación, de adaptación y flexibilidad les permiten reducir afectaciones y continuar operando”.

Como cabeza del Consejo de Delegados, en el informe 2018 escribió: “Las amenazas han cambiado y no se trata ya de coadyuvar a la defensa del continente como en los inicios de la Segunda Guerra Mundial, sino a la función primigenia de la OEA, conservar la paz y la seguridad del continente”.

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