Llegaron los ‘narcodrones’ de La Familia Michoacana a El Porvenir

Inseguridad

“En la escuela cayó un misil, todos los niños y maestros estaban aterrorizados, escondiéndose debajo de las bancas”, relata una habitante de la localidad, que pide a las autoridades atender su llamado de auxilio

Los 'narcodrones han llegado a El Porvenir' | Milenio
Técpan de Galeana /

“Aquí cayó una bomba, tengo la evidencia”, asegura una habitante de El Porvenir, en Técpan de Galeana, Guerrero, quien prefiere mantenerse en el anonimato porque ya “me tienen ubicada”, pero no se niega a contarle a MILENIO lo sucedido ahí.

El 16 de marzo una lata explosiva cayó sobre la escuela rural de la comunidad; afortunadamente, el estallido ocurrió en el patio y no hubo víctimas mortales.

“Aquí al fondo cayó un misil y explotó; todos los niños y maestros estaban aterrorizados, escondiéndose debajo de las bancas, llorando...”, recuerda la mujer madre de tres hijos.

Sin embargo, el mensaje era claro: nadie está a salvo de la ofensiva de La Familia Michoacana y aquel día otras bombas cayeron en casas y rancherías.

Las redes sociales se convirtieron en el único medio para pedir ayuda, pero hasta ahora no ha llegado; “los maestros se fueron y no sabemos si van a regresar, pues hay miedo en todas las personas”, advertía una denuncia, aún vigente.

La opinión del pueblo es que el ataque fue perpetrado por La Familia Michoacana, que dirige José Alfredo Olascoaga Hurtado, El Fresa, junto con su hermano Johnny, El Pez.

Concretamente se acusa a Ismael Serrano, El Mayel, en Ajuchitlán del Progreso, y a Servando Bautista, en Petatlán, de ser los operadores de la organización delictiva en la zona.

“El Parotal y El Camarón todos los días tienen hasta 16 misiles, por lo mismo pedimos el apoyo de todas las autoridades...”, confiesa la mujer, quien hasta hace tres meses no tenía que cuidarse de la lluvia de estos proyectiles.

Desde hace un año MILENIO ha documentado cómo la vida cotidiana de esta región se ha degradado por la presencia de La Familia, primero con la expulsión de médicos y profesores y luego con el autoexilio.

Ejidos como Corrales, El Mameycito, El Mameyal, El Limón, El Anono, El Chiverío y El Parotal hoy son intransitables sin un permiso de la mafia o sin una escolta; las rancherías más distantes desaparecieron.

Esto obliga a la población a emplear un antiguo camino que representa recorridos de hasta cinco horas en cuatrimoto.

 Si se requiere un servicio urgente, como una complicación médica, el traslado puede costar hasta 2 mil pesos para llegar al hospital más cercano.

Las esquirlas, los drones y las bombas son exactamente el mismo modelo de las que arrojan en el resto de la sierra: un cuerpo hecho de lata, un detonador, su carga y sus aletas.

No existen números oficiales sobre ataques con artefactos explosivos, pero tan solo en un año MILENIO ha reportado por lo menos nueve avistamientos atribuidos a La Familia Michoacana en localidades como El Caracol, Acatlán, Plan Verde o Buenavista de los Hurtado.

Apenas en noviembre se registró un ataque en la región de Petatlán y en marzo pasado se confirmó una expansión hacia El porvenir y El Durazno, en lo alto de la sierra.

Sin embargo, la exigencia de la comunidad sigue siendo la misma, ya sea en la costa o en lo alto de la sierra.

“Lo primordial para el crecimiento, para el desarrollo de las poblaciones es la seguridad; todos los hombres y mujeres que están acá saben trabajar, pero si no hay seguridad, tampoco crecimiento ni desarrollo”, dijo Ignacio Chávez, comisariado de Bienes Ejidales de El Durazno, en Coyuca de Catalán.

Mientras que desde la localidad de El Porvenir el mensaje es el mismo: “que vengan y nos pongan una base estable de gobierno, que no se vayan porque vienen por cinco días y se vuelven a ir.

“Queremos seguridad, se les pide de la manera más atenta a la autoridades, porque somos muchos el futuro de México”.

  • Amílcar Salazar Méndez

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