Los gemelos Flores nunca se reunían juntos con la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), ni con los Marshalls ni con fiscales de Estados Unidos.
Era 2008 y Pedro y Margarito, entonces traficantes de cocaína del Cártel de Sinaloa en Chicago, Illinois, habían decidido entregarse a las autoridades estadunidenses.
Esto con el objetivo de recuperar lo más pronto posible su libertad y cooperar en los procesos penales en contra de 52 personas, incluidas los grandes capos mexicanos de la droga. Ahora, más de 16 años después, revelaron a MILENIO cómo se forma un informante.
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Esta es la historia de los hermano Flores
“Yo negociaba directamente con todos los capos y los lugartenientes de ese tiempo, que vienen siendo El Chapo Guzmán, El Mayo Zambada, Arturo Beltrán Leyva, Alfredo Beltrán Leyva, El Rey Zambada, Vicente Zambada; incluso también los hijos, que vienen siendo El Mayito Gordo, El Mayito Flaco, Los Chapitos y otra gente importante del cártel, El Licenciado, Dámaso, varios”, confiesa Margarito Flores.
Su hermano —Pedro— fue el primero en reunirse con alguien del gobierno de Estados Unidos. Lo hizo en un hotel en Monterrey, Nuevo León, a mediados de 2008. Todo estaba vigilado y al hombre sólo lo acompañaba su abogado. Ya llevaban meses hablando con un agente de los Marshalls.
Ese día, lo reconoció alguien de la DEA y Pedro les ofreció información de alto nivel sobre El Mayo, El Chapo, Beltrán Leyva, y más. No le creyeron. Les pidieron a los gemelos dar pruebas, y lo hicieron.
En la segunda reunión, los agentes hicieron una oferta tentadora: ”Digamos que pudieras conseguirnos una grabación de El Chapo hablando sobre tráfico de drogas en Estados Unidos”.
Los Flores lo hicieron. Consiguieron grabaciones de El Chapo, de El Mayo, de Arturo Beltrán, de sus hijos y de sus operadores y comenzaron los encuentros más continuos, aunque de manera informal. Se reunían en la calle, debajo de un árbol, en estacionamientos dentro camionetas, pero siempre en México.
“Mucha gente ni se imagina que yo y mi hermano cooperamos en México contra los cárteles de ese tiempo, que era el Cártel de Sinaloa y el de Los Beltrán Leyva, por siete meses, sin protección del gobierno. En ese tiempo decía que si yo sobrevivía era por la voluntad de Dios.”
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Y es que, de acuerdo con Flores, Estados Unidos tiene una regla: nunca negociar con fugitivos, personas en busca y captura, como ellos, acusados de tráfico de drogas.
“Tú eres el que decide qué información da y qué no, tú eres el que llama cuando quieres, te pueden poner a una persona encargada a quien puedes llamarle, a un fiscal.”
Pero si Estados Unidos cumplía con una reducción de condena o con tratos favorables a cambio de su rendición y colaboración era lo de menos. Los gemelos se enfrentaban a uno de los peores destinos si eran descubiertos como infiltrados dentro del cártel.
“Era el obstáculo número uno, qué nos podía pasar si (en el cártel) se daban cuenta de que estábamos cooperando (con los estadunidenses), no nada más a nosotros, a nuestra familia. Lo peor. Yo creo que morir era algo bueno en esas ocasiones. Es muy peligroso. Los desaparecen, es algo de lo peor. En una ocasión, cuando yo estaba cooperando, encontraron a un informante colombiano y le cortaron la cabeza, la pusieron en una caja y la pusieron en un edificio del gobierno de México”, recuerda Margarito.
Pero los impulsaba la esperanza de lo que pocos han logrado: algún día dejar la vida de narco detrás.
“Grabábamos, tomábamos retratos, videos, a veces también como reportajes, podíamos llamar a los agentes o al fiscal y decirle, ahorita negociamos o hablamos de equis cosa, pero al mismo tiempo estábamos libres”.
Los jóvenes se habían vuelto un activo valioso para Washington. Tenían información de primera mano sobre cómo el cártel inundaba las calles de Estados Unidos con cocaína. Al final del día, habían operado una de las redes de tráfico más importantes en ese tiempo en el área de Chicago.
¿Cuándo detuvieron a los hermanos Flores?
Los hermanos se entregaron formalmente a las autoridades estadunidenses en noviembre de 2008 y, desde entonces, han aportado testimonios y evidencias con la que se han construido al menos 19 casos contra 52 personas, entre las que destacan las acusaciones contra sus antiguos colaboradores:
- El Chapo Guzmán.
- El Mayo Zambada.
- Arturo Beltrán Leyva.
Después de ellos también comenzó la oleada de traiciones y nuevos testigos, muchos de ellos más poderosos. Vicente Zambada, El Vicentillo; Jesús Reynaldo Zambada, El Rey; Dámaso López, El Licenciado; Sergio Villarreal Barragán, El Grande; Édgar Valdez, La Barbie, y muchos más.
Margarito nunca se ha sentado como testigo ante un gran jurado. Fue preparado por la Fiscalía estadunidense para testificar contra Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, en 2016, pero el hermano de El Barbas decidió declararse culpable y llegar a un acuerdo de colaboración. Margarito sigue atento a que lo puedan llamar para contar su historia en cualquier otro caso.
“Sí, cuando firmas para ser testigo es casi para toda la vida. Ya es si tú quieres aceptarlo o no. Ahí creo que es cosa de ley, pero para mí, yo no quisiera ponerme al otro lado de lo que firme, trato de ser responsable, que si a mí me llaman a testificar yo voy a hacer lo que tenga que hacer para cumplir mi contrato que me dejó ser libre hasta esta fecha”.
RM