Una llamada al 911 reportó detonaciones de arma de fuego en un establecimiento de la zona centro de Querétaro la noche del 9 de noviembre. Lo que en un inicio se percibió como un hecho aislado terminó por convertirse en una masacre que sacudió al estado y que evidenció una situación que desde años atrás se venía incubando: una guerra entre cárteles.
Poco después de las 21:00 horas del sábado, la vida de diez personas terminó de forma abrupta luego de que un comando armado irrumpió en el bar Los Cantaritos. En un video captado por las cámaras de seguridad del lugar se aprecia a un grupo de hombres encapuchados llegar a bordo de una camioneta.
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En menos de un minuto, los agresores detonaron armas de alto calibre en contra de los comensales, desatando así un caos que dejó una decena de personas muertas -siete hombres y tres mujeres-, así como 13 más lesionadas, según notificó la Fiscalía General del Estado (FGE) de Querétaro.
La dependencia informó también la detención de uno de los presuntos responsables, además de la apertura de una carpeta de investigación para esclarecer los hechos. No obstante, la agresión destapó un conflicto que se ha desarrollado a lo largo de los años ante la mirada de las autoridades y cuya pista se encuentra en dos de las víctimas mortales del ataque al bar Los Cantaritos.
La Flaca, el huachicol y el CJNG
Tras el aseguramiento de la escena del crimen y el desarrollo de los servicios periciales, personal de la FGE logró la identificación de las víctimas: Angie Ascencio, Bere López, Fátima Ramos, Carlos Gómez, Diego Tapia, Arturo Velasco, Rodrigo García, Giovanni Arellano, Jesús Arteaga y Fernando Núñez.
De acuerdo con fuentes federales consultadas por Rubén Mosso para MILENIO, los dos últimos fueron identificados como miembros activos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) bajo los alias de Chuyón y La Flaca, respectivamente.
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Sobre Fernando González Núñez trascendió que operaba para el cártel de las cuatro letras el negocio del robo de hidrocarburos en Querétaro y que, incluso, realizó un reclutamiento de sicarios para su célula criminal a través de sus redes sociales. ¿Los requisitos? Que supieran manejar armas de fuego y que no tuvieran miedo.
Información difundida por el periodista especializado en nota roja, Carlos Jiménez, señala que Jesús Arteaga -alias Chuyón- era un colaborador cercano a La Flaca, por lo que también formaba parte de la organización delictiva que encabeza Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho.
La última parada
Ambos cabecillas criminales solían presumir sus operaciones a través de redes sociales con la publicación de fotografías en donde mostraban armas de fuego, chalecos antibalas y equipo táctico con las siglas del CJNG impresas, así como su ostentoso estilo de vida en donde la fiesta, la ropa de marca y los tatuajes abundaban.
En el caso de Chuyón, su perfil de Instagram da cuenta de la cercanía que mantenía con el influencer Aaron Mercury, con quien posaba en fotografías, comentarios e incluso se siguen mutuamente en la red social. El creador de contenido acumula más de 4 millones de seguidores.
Aunque las autoridades no han confirmado la procedencia de Jesús Arteaga, en la descripción de su perfil de redes sociales se aprecia una bandera de Colombia, un factor que podría a ligarse a las investigaciones que apuntan a que el CJNG recluta extranjeros con conocimientos militares para sumarlos a sus filas y disputar el control de plazas en distintos estados de México.
Aquellos detalles que solían compartir en redes sociales fueron precisamente los que exhibieron su presencia en el bar Los Cantaritos la noche del sábado 9 de noviembre. Tal y como reportó Carlos Jiménez, uno de los operadores del CJNG en Querétaro compartió a través de sus historias en redes sociales la fotografía de una de sus bebidas acompañado con la leyenda “La última parada”.
Minutos después de haber revelado su ubicación un grupo de al menos cuatro civiles encapuchados y fuertemente armados arribó al lugar y desató el ataque del cual La Flaca, Chuyón y ocho personas más resultaron ser víctimas mortales.
La disputa por Querétaro
La masacre de Los Cantaritos del pasado sábado nueve de noviembre sucumbió a la ciudadanía queretana que había logrado mantenerse gradualmente lejos de la violencia que constantemente asedia a estados vecinos como Guanajuato y Michoacán.
Hasta 2020, autoridades de Querétaro presumían que la combinación de sus impecables cuerpos de seguridad, la profesionalidad de su fiscalía y sus líderes políticos habían resultado suficientes para evitar que cualquier cártel se asentara en el estado. Se equivocaron.
De acuerdo con un análisis sobre la región que realizó el consultor en seguridad pública, David Saucedo, desde hace varios años hay grupos del crimen organizado operando en la capital de Querétaro, su zona metropolitana y en municipios de configuración rural.
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Un mapa de la Secretaría de la Defensa Nacional (antes Sedena, ahora Defensa) filtrado por Guacamaya Leaks y proporcionado por el experto a MILENIO expone que en el estado operan al menos tres grupos criminales:
-Banda delictiva encabezada por Honorio Núñez Vargas alias El Genético y/o El 5 (San Juan del Río)
- Cártel Jalisco Nueva Generación (Querétaro, Corregidora, Huimilpan, Pedro Escobedo y San Juan del Río)
- Cártel de Santa Rosa de Lima (Querétaro, Corregidora, Huimilpan, Pedro Escobedo y San Juan del Río)
Pese a que diversos líderes de grupos delictivos originarios de Michoacán -como la Familia Michoacana o los Caballeros Templarios- han sido detenidos en Querétaro, son el CJNG y el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) los que han acaparado una mayor presencia en el estado.
Prueba de ello son las detenciones de jefes de plaza o altos mandos del cártel de las cuatro letras en diversos municipios queretanos y la identificación de diversas tomas clandestinas en ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) que cruzan la entidad atribuidos al cártel local que encabezó en Guanajuato José Antonio Yépez Ortiz, El Marro.
En palabras de David Saucedo, en Querétaro ya se había reportado desde años atrás la presencia distintos cárteles, sin embargo, la violencia no se había detonado por una tregua existente entre las organizaciones delictivas que contemplaba hacer del estado un "santuario" para sus inversiones, el lavado de dinero y para que sus familias pudieran vivir alejadas de cualquier entorno violento como el que permea a estados vecinos.
La ‘pax narca’ se fracturó con el aumento de la disputa que sostienen el cártel de las cuatro letras y el de Santa Rosa de Lima por el control de municipios y economías criminales en Guanajuato, una situación que eventualmente se fue extendiendo a Querétaro.
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Y es que, en su afán de cortar las vías de suministro de armas, refuerzos y municiones, el CJNG buscó atrincherar al Cártel de Santa Rosa de Lima atacando su retaguardia. Aunque en un inicio pensaron que la zona de los Apaseos, Acámbaro y Salvatierra eran los límites del dominio de El Marro, poco tardaron en darse cuenta de que su influencia se extendía hasta Querétaro.
Información recopilada por David Saucedo apunta a que José Antonio Yépez Ortiz logró marcar presencia desde 2018 en el estado que actualmente gobierna Mauricio Kuri. El clímax de la expansión de la disputa entre el CJNG y el CSRL llegó cuando el exgobernador de Guanajuato, Diego Sinhue, y el gobierno federal pusieron en marcha la Operación Timón, la cual tuvo como objetivo principal la detención de El Marro.
El propósito se alcanzó en agosto de 2020 y, aunque el líder del Cártel de Santa Rosa de Lima muy probablemente nunca vuelva a salir de prisión, son sus remanentes los que continúan protagonizando disputas con el Cártel Jalisco Nueva Generación incluso en territorios que algún día acordaron no tocar como lo fue Querétaro.
ATJ