Médicos, bajo acecho criminal en el sur del Estado de México

Especiales MILENIO / Reportaje / Tierra Caliente

‘Levantan’ a doctores para que curen heridos del crimen organizado y tres ya han sido ejecutados; esa situación ha provocado que nadie quiera trabajar en la zona, que haya desabasto de medicinas y que 36 clínicas estén cerradas.

La sala de espera de un hospital en el municipio de Luvianos permanece vacía desde hace semanas. (Especial)
Melissa Del Pozo
Edomex /

A pocos kilómetros de Ciudad de México, médicos y trabajadores del sector salud libran batallas de las que poco se habla. No se trata de epidemias, enfermedades extrañas, ni de infecciones nuevas. Decenas de médicos, enfermeros, paramédicos y funcionarios han tenido que ceder a las amenazas y extorsiones que el crimen organizado ejerce en municipios del sur del Estado de México: varios médicos han sido levantados por comandos para que los doctores curen a sus heridos. La mayoría regresan con vida, pero algunos (tres) han muerto, han sido asesinados.

Células del cártel de Jalisco Nueva Generación, La Nueva Familia Michoacana, así como Guerreros Unidos y Los Rojos se disputan el territorio de Tierra Caliente, donde convergen Michoacán, Guerrero y Estado de México. Los municipios mexiquenses afectados son Luvianos, Tejupilco, Tlatlaya, Temascaltepec y San Simón, según declaraciones del secretario de Salud local, Gabriel O'Shea.

A José “N”, médico con más de diez años de trabajo en la zona, "los malandros", como les llama, le han pedido atención exclusiva para sus heridos en más de cuatro ocasiones. “A veces obligados, pero te pagan algo”, narra en su consultorio.

"No tenemos mucha opción, al final son vidas humanas y hay que hacer lo que está en nuestras manos, pero tratar con ellos no es fácil, tampoco les puede uno decir que no, porque puede ser peor", añade.

El doctor José había huido de Ciudad Altamirano, Guerrero, también en la Tierra Caliente, donde formó una familia. Creyó que en el Estado de México estaría en paz. Narra: "Allá los secuestros sí eran parejo, muchos doctores cerraban consultorios y pues me salí de allá para estar más tranquilo, pero parece que está igual.”

Y por si no bastara con el secuestro y el trabajo forzado, también les quitan sus recursos:

“Aquí, otros de otros bandos me piden dinero. He pagado hasta 100 mil pesos, porque creen que gano bien y, bueno, uno termina por ceder: es eso o te retiras".

No es el único que acepta hablar:

"Los que más corremos riesgo somos los que estamos en urgencias", cuenta otro médico general, que también ha preferido reservar su identidad. "Llegan luego de una balacera o te llaman —aquí casi todos los del pueblo tienen nuestro teléfono— para advertirte que vienen para la clínica, que no hagamos preguntas y que atendamos a su gente. No podemos preguntar nombres ni de dónde son y si lo hacemos, pues como si no supiéramos".

Los criminales no se conforman con eso: el director de un hospital de la zona, quien también prefiere no exhibir su nombre, cuenta que el crimen organizado le ha solicitado plazas para que sean "ellos quienes controlen todo". Una vez inmersos en las plantillas laborales, los criminales tienen acceso a nóminas y recursos hospitalarios.

La violencia contra el personal médico ocurre en todos los escalafones del sector salud, incluso hasta los más altos rangos. Hace unos meses le ocurrió al coordinador de Salud del estado, Carlos Aranza:

"Un fin de semana llegaron a un hospital, llegaron a un centro de salud y exigían material de curación y algunos medicamentos". El coordinador indicó a los directivos del hospital amenazado que entregaran lo que los grupos criminales exigieron.

El miedo predomina: Aranza informa que los médicos y el personal de salud que han sido amenazados o extorsionados no han presentado denuncias formales. "Queda en lo anecdótico y no trasciende a una investigación formal".

La consecuencia: 36 clínicas en Tejupilco, Luvianos, San Simón y Temascaltepec están cerradas. Carlos Aranza señala que las clínicas de primer nivel, aquellas que contaban con un médico general, una enfermera y un dentista, fueron cerradas. Los habitantes de las comunidades rurales que eran atendidos en estas clínicas deben trasladarse a hospitales en las cabeceras municipales.

En el Estado de México se registra un déficit de 2 mil médicos. Cerca de 60 por ciento se necesitan aquí, en los municipios del sur. Es otra consecuencia de la criminalidad: los médicos no quieren venir a esta región. “Hay resistencia de médicos, pasantes y personal del servicio social para trabajar en esa zona. No quieren ir, pese a que las plazas están vacantes y listas para ocuparse".

Los únicos casos que han derivado en una investigación son los de aquellos médicos que fueron levantados y luego asesinados, como ocurrió a Samuel Pérez Lara en noviembre de 2017 en el municipio de Temascalcingo. Su cuerpo apareció desmembrado cerca de Querétaro en febrero de 2018. Los otros dos médicos fueron asesinados en ese mismo año.

Su hermana, Nancy, recuerda que Samuel, ginecólogo en el hospital Mónica Pretellini en Toluca y en el hospital de Temascalcingo, no tenía problemas con nadie.

"Le llegué a pedir a Dios que si él estaba atendiendo a alguien que le ayudara para que lo dejaran regresar", cuenta Nancy a un año de que las autoridades "traigan de aquí a allá la carpeta de investigación de mi hermano y no resuelvan nada".

Mientras tanto, persiste el miedo entre los médicos y el déficit de doctores en la zona… 

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