El 23 de marzo de 2023, el cuerpo de un hombre con múltiples impactos de bala tendido sobre un paraje en Choix, Sinaloa presagiaba el fin de uno de los crímenes que más crudos cometidos en contra de la iglesia católica en México: el asesinato de los sacerdotes jesuitas Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales.
Aquel cadáver correspondía a José Noriel Portillo Gil, alias El Chueco, identificado no sólo como el principal sospechoso del homicidio de los curas sino también como el líder de Gente Nueva, un violento brazo armado que opera para el Cártel de Sinaloa en diversos municipios de Chihuahua y Sonora.
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Durante casi un año, la comunidad jesuita y parte de la opinión pública exigieron justicia por el asesinato de los sacerdotes ocurrido el 20 de junio de 2022 en Cerocahui, Chihuahua, lo cual contemplaba la detención de Portillo Gil. No obstante, la localización sin vida del líder criminal llegó antes que el actuar de las autoridades.
Pese a que en cada aniversario luctuoso la Iglesia Católica y comunidades de Chihuahua continúan honrando la memoria de Joaquín Mora Salazar y Javier Campos Morales, con el paso de los años Gente Nueva continuó perpetrando actividades delictivas en la zona, demostrando una vez más que, en el hampa del país, la neutralización de un cabecilla criminal no implica la desarticulación de grupos delictivos.
Gente Nueva, el brazo armado al servicio de los Guzmán
La última década, Gente Nueva se ha identificado como uno de los brazos armados que opera en Sonora y Sinaloa para el también llamado Cártel del Pacífico, específicamente para la facción que está bajo el dominio de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán.
En un informe del Centro de Investigaciones y Docencia Económica (CIDE) un brazo armado se define como "un grupo que tiene el objetivo de proteger el negocio o territorio de una organización. Están bajo el mando del cártel principal y no están involucrados en el tráfico de drogas, por el contrario, se concentran en atacar y defender sus 'plazas'" . Hasta 2016, el documento ubica como los principales "mini ejércitos" del Cártel de Sinaloa a Gente Nueva, Los M's y Los Pelones.
Fue en el año 2007 cuando se escuchó hablar por primera vez de Gente Nueva. Desde entonces el grupo de pistoleros ya se asumía como parte del Cártel de Sinaloa y operaba en Veracruz. Posteriormente expandieron su presencia a Chihuahua y Yucatán.
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Para 2008, mientras la organización criminal aún encabezada por Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada padecía la guerra que dejó la ruptura de la llamada Federación, Gente Nueva se hacía llamar Los Chapos, mostrando desde entonces una inclinación hacia la facción de los Guzmán.
Aunque el informe no esclarece cómo fue que la presencia de Gente Nueva en otros estados se diversificó, tras el asesinato de Arturo Beltrán Leyva en 2009 el brazo armado comenzó a cobrar relevancia en el norte del país, específicamente en Chihuahua y Sonora.
Información recabada por InSight Crime apunta a que el grupo de pistoleros fue también clave para disputarle al Cártel de Caborca -entonces encabezado por Rafael Caro Quintero- el control de diversas plazas.
En dicho conflicto, el también llamado Narco de Narcos había buscado alianzas con La Línea -brazo armado del Cártel de Juárez- y con otras células al servicio de Ismael El Mayo Zambada. Una vez más, Gente Nueva inclinó su lealtad a la familia Guzmán.
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El poderío del brazo armado logró expandirse y controlar poblados como San Rafael, Ciénega de Trejo, Guadalupe Coronado, Mesa de Arturo, Cerocahui y Bahuichivo. En dichas zonas se encargaron de diversificar su portafolio criminal, participando en la siembra y el tráfico de drogas -en menor escala- y en el desplazamiento de comunidades indígenas a las que despojaban de sus tierras.
Con José Noriel Portillo Gil al mando, a Gente Nueva se le señaló de estar detrás de crímenes mediáticos como, por ejemplo, un ataque armado a la agencia de investigación de Chihuahua y el asesinato de Patrick Braxton Andrew en 2017. El estadounidense se encontraba en Cerocahui cuando fue confundido por el brazo armado con un agente de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
Al momento del asesinato de los sacerdotes Jesuitas, sobre El Chueco ya pesaban dos órdenes de aprehensión vigentes y, pese a que la Fiscalía General del Estado de Chihuahua llegó a ofrecer una recompensa de 5 millones de pesos para quien proporcionara información relevante que guiara a su captura, nada de eso resultó suficiente para localizarlo con vida.
¿Qué pasó con Gente Nueva?
Antes de localizar el cadáver de José Noriel Portillo Gil, diversos miembros de su familia que también estuvieron involucrados en actividades delictivas fueron detenidos. Sin embargo, dichas acciones tampoco evitaron que el grupo delictivo continuara operando, ésta vez bajo otros liderazgos.
Por ejemplo, reportes periodísticos dan cuenta de la detención de en febrero de 2022 fue detenido en las inmediaciones de la carretera al Sáric de Altar, Sonora, Francisco Torres Carranza, alias El Duranguillo.
Información de la Fiscalía General de la República (FGR) recopilada por Rubén Mosso para MILENIO da cuenta de que al detenido se le identificó como líder de Gente Nueva, brazo armado de Los Chapitos, en Sonora. A El Duranguillo se le imputó por su presunta responsabilidad en los delitos de delincuencia organizada, acopio de armas de fuego de uso exclusivo del las Fuerzas Armadas, posesión de cartuchos y de cargadores también de uso exclusivo, agravante de pandilla, homicidio calificado con alevosía, en grado de tentativa y cohecho.
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Otro miembro activo de Gente Nueva en Chihuahua fue detenido el pasado 13 de febrero de 2025. Autoridades lo identificaron como Humberto Rivera Rivera alias El Chato o El Don.
El cabecilla criminal fue detenido en la colonia Frontera de Ciudad Juárez en posesión de envoltorios de una sustancia con características de la cocaína y dinero en efectivo. Rivera Rivera también era considerado como un objetivo prioritario para el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés).
Las detenciones de alto perfil reportadas por las autoridades dan cuenta no sólo de que Gente Nueva se mantiene vigente en el país, sino también que sin importar las consecuencias o la indignación que genere a la opinión pública sus crímenes, nuevos liderazgos emergen de las cenizas de sus antecesores.
ATJ