Atzin Molina Salinas y su madre, María de Jesús, aprovechaban la hora de la cena para compartir las historias del día y los sueños del futuro, como el anhelo de la joven por estudiar actuación en Los Ángeles, Estados Unidos (EU). Pero todo cambió en la noche de aquel 8 de febrero del 2019, la última vez que María supo de su hija antes de circular su rostro en fichas de búsqueda.
Pese al transcurso de los años (cinco al cierre de esta edición), se sabe que la desaparición de Atzin no habría sido fortuita. Pues una confesión, precisamente hecha en una de esas habituales cenas, puso en el ojo de su madre al hombre que sabría algo del paradero de su hija: Eduardo Ramírez Tiburcio alias ‘El Chori’, líder de la Unión Tepito.
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Desde pequeña Atzin demostró ser una mujer de arte, especialmente en la danza. Su pasión por el baile la llevó a estudiar y graduarse del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y el Centro de Educación Artística Frida Kahlo; mientras que en el gimnasio trabajaba su figura que tanto le obsesionaba.
Aún así María de Jesús recuerda que el mayor atributo de su única hija era su sonrisa; aquella la cual relucía ante la más mínimas provocaciones, pero cuyo encanto terminó por atraer a uno de lo generadores de violencia más peligrosos de la Ciudad de México (CdMx).
En su libro El Cártel Chilango: Origen, poder y saña de la Unión Tepito, el periodista Antonio Nieto relata que alguna vez Atzin confesó a su madre haberse involucrado sentimentalmente con Ramírez Tiburcio. Y si bien dijo “no saber cómo, cuándo o dónde”, la joven ya no tenía lazos con el capo al momento de su desaparición.
“Se fue a Acapulco con El Chori. Tuvieron una pelea porque le cachó unos mensajes con su ex pareja. (...) Le recriminó mi hija, pero la cosa terminó allí”, contó María.
Los dos se habrían reconciliado, pero alguien dentro del cártel había aconsejado a El Chori no bajar la guardia ante Atzín, ya que era vista como alguien capaz de delatarlo ante las autoridades. Pese a ello, las autoridades descartaron que la muchacha de 19 años estuviera involucrada con algún hecho delictivo relacionado a La Unión Tepito.
La cena que no llegó
Un pequeño altar con dos fotografías, una biblia, velas y un par de flores mantenían viva la memoria de Atzin Molina: “Tu mamá sufre por tu ausencia”, escribió el usuario Bruno Ortiz en uno de los tantos grupos de Facebook donde familiares buscan a sus desaparecidas y desaparecidos.
Fue el 9 de febrero del 2019 cuando la entonces Procuraduría General de Justicia (PGJ) capitalina publicó la ficha de búsqueda de Atzin. La noche anterior (del 8 de febrero) la joven de 19 años no pudo cenar con su madre, el tráfico la había retrasado y ella necesitaba llegar a un concierto del cantante Jamsha para trabajar como bailarina.
“Bailas bonito ¡Cuídate mucho!”, le escribió María de Jesús. Al cabo de unos minutos llegó a su celular una fotografía de Atzin con el artista y otras compañeras disfrutando del show. “Aquí espero para que me cuentes. ¡Te amo!”, le respondió anhelando el momento en que su hija le narrara toda su experiencia.
Ese encuentro no llegó. Nadie volvió a ver o saber algo de Atzin tras la madrugada de aquel sábado, específicamente luego del after party que organizó en compañía de sus amigos.
De acuerdo con el ejemplar El Cártel Chilango, habían pasado unos minutos después de las 03:00 horas del 9 de febrero cuando la joven esperaba un taxi para regresar a su hogar desde el Bangkok, un antro ubicado en la colonia Roma y que era propiedad de la pareja de su amiga Dafne.
Justo ésta alcanzó a Atzin en la entrada del lugar y le ofreció que fuera su chofer la que la llevara sana y salva hasta su hogar, a lo cual accedió; el conductor arribó al lugar y ayudó a la joven a abordar la unidad que terminó por tomar una ruta diferente a la programada.
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El destino final fue el bar Cíngaro en la popularmente conocida como “Zona Rosa”— establecimiento volvió a abrir sus al público en 2017 tras cerrarlas en 2013 como parte de las investigaciones por el Caso Heaven, el secuestro y asesinato de 13 jóvenes.
Atzin descendió del automóvil y fue recibida por un muchacho con un fraternal abrazo; siendo ese el último momento que alguien vio a la única hija de María de Jesús. La ficha de búsqueda se publicó al día siguiente y casi un año después el gobierno capitalino ofreció hasta dos millones de pesos por información que pudiera dar con su paradero.
A más de cinco años de su desaparición, el nombre de la bailarina de 19 años volvió a escucharse en la opinión pública con la detención de El Chori en la tarde-noche del 18 de marzo en la alcaldía Tlalpan.
ASG