El jonrón de Andrés ‘El Papas’ Álvarez, que le dio la victoria a los Tomateros de Culiacán sobre las Águilas de Mexicali, fue celebrado por menos de mil personas en un estadio con capacidad para 20 mil, algunos incluso se fueron antes de que acabara el juego.
A las 20:00 horas, raros son los comercios que permanecen abiertos en esta capital que solía vivir de noche.
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Los restaurantes se sacaron a la calle y se niegan a tirar la toalla
Estragos de la guerra entre el cártel de Los Chapitos y La Mayiza.
La verbena navideña es el único lugar de esparcimiento que queda para las familias en una capital que solía vivir de noche.
“De todos modos anda uno con el Jesús en la boca, no anda muy a gusto, pero pues en algo nos tenemos que divertir un rato, bueno no nosotros, los niños”, dice José Antonio a MILENIO, quien acudió a pasar el momento familiar.
—¿De aquí a la casa?—, se le pregunta.
"Sí, más vale", confiesa.
Los primeros en resentir la crisis económica generada por esta guerra son las plazas comerciales, restaurantes y bares, con pérdidas de hasta un 80 por ciento desde septiembre, cuando se desataron las noches de balaceras.
De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados, suman al menos 20 locales dedicados a la venta de alimentos que han cerrado.
“Teníamos filas, listas de espera”, recuerda María Teresa López, propietaria de La Despechada Bar, un establecimiento de mujeres para mujeres, que optó por hacer la fiesta de día.
“Empezamos a hacer cosas diferentes, como abrir de día y hacer eventos privados", señaló María.
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"Más que por el negocio, buscamos que esas 25 familias que dependen de nuestro women's bar, muchas de ellas mamás solteras, puedan seguir con sus estudios con los ingresos de aquí, como empresaria, eso es lo que te duele, no poder subsanar a veces la nómina”, dice.
Otros más, como Rafael Peña, propietario de Mariscos San Jon, ante la falta de clientes en sus negocios fijos, tuvo que literalmente 'sacar su restaurante a la calle' para vender sus aguachiles y quesabirrias.
“Ahorita, todo mundo, no se vale rendirse. Aquí en Culiacán, plebes, nos estamos apoyando macizo, everybody con Sinaloa, México, algo bien, algo piti flow, algo acá y allá”, dice, mientras recorre las calles del centro con bolsitas de comida.
“Empezamos a vender los mariscos y las quesabirrias en los semáforos, a visitar cruceros, acercarnos a los carros, nos dieron oportunidad de poner nuestro food truck que lo teníamos para los eventos", expresó.
"Nos surgió la idea, pedimos la oportunidad de aquí en el mero centro de Culiacán y aquí estamos atendiendo al mercado local, a toda la raza que está en el centro, adaptamos los platillos, unos platillos accesibles”, comentó.
Y a pesar de la oscuridad que ha representado casi cuatro meses de guerra, estos empresarios, como muchos en Culiacán, se niegan a tirar la toalla.
"Aquí vamos a estar porque creemos que esto va a cambiar, va a pasar muy pronto, esperemos. Tengo la convicción de que cerrar no es opción, imagínate, si cierro yo, ¿dónde van a ir mis mujeres, a dónde van a ir para comer, platicar, dónde van a ver a sus amigos?”, concluye María Teresa.
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KL