De mujeres a activistas: la búsqueda de justicia ante feminicidios

Así como Marisela Escobedo, Yesenia Zamudio, Imelda Martínez y Juliana Mendoza son tres mujeres que luchan a diario hasta encontrar justicia por los feminicidios de sus hijas, pero también por los de cientos de mujeres en México.

Marisela Escobedo fue asesinada en 2010 a las puertas del Palacio de Gobierno de Chihuahua, mientras protestaba por el feminicidio de su hija. (EFE)
Azucena Rangel
Ciudad de México /

Hace 10 años Marisela Escobedo fue asesinada en la ciudad de Chihuahua, luego de luchar durante dos años para esclarecer el feminicidio de su hija Rubí Marisol; en ese entonces, los crímenes contra mujeres no tenían un gran impacto social, pero cada vez resonaban más a lo largo de todo el país.

Pero eso sólo era el inicio, ya que como Marisela, muchas madres se han tenido que volver activistas para poder hacerle justicia a sus hijas; algunas han tenido que dejar sus trabajos, otras de abuelas se han tenido que volver a convertir en madres, pero todas con un mismo objetivo, alzar la voz ante la impunidad que sufren muchas víctimas de feminicidio.

En entrevista para MILENIO, Yesenia Zamudio, Imelda Martínez y Juliana Mendoza contaron la experiencia que han tenido que vivir luego de que decidieron volverse activistas para exigir justicia por sus hijas, o en el caso de Juliana por su sobrina, y todas las mujeres cuya voz ya no puede ser escuchada.

Zamudio contó cómo el ser activista no es un camino que se decide, sino algo que se impone ante una frente a la falta de justicia. Desde el 2015 se ha dedicado a manifestarse de todas las maneras posibles a nombre de su hija Marichuy y en ese camino ha decidido no sólo buscar esclarecer el caso de su hija, sino ser un apoyo para otras madres en la misma situación y por eso ahora es dirigente del Frente Nacional “Ni Una Menos”.

Para ella ese trayecto no ha sido sencillo, sobre todo porque también ha sido víctima de amenazas en la lucha para darle justicia al caso de hija, pero que a pesar de eso, sigue dispuesta a seguir alzando la voz frente a la violencia de género con la que se lidia de manera diaria en el país.

Otro caso es el de Imelda Martínez, cuya vida cambió el 14 de febrero del 2018 cuando le dieron aviso de que Dalia Martínez, su hija, había sido asesinada en Rodeo, Durango y que tenía que ir a reconocer el cuerpo; ella recordó aquel trágico momento en el Servicio Médico Forense (Semefo), cuando su pequeña ya había recibido doce impactos de bala en el cuerpo.

Antes de reconocer los restos de su hija, denunció que Cayetano “N”, pareja de su hija, fue la última persona que lo había visto con vida y quien, casualmente, estaba ilocalizable, por lo que procedió a denunciarlo formalmente como el presunto feminicida.

La tragedia creció cuando Imelda se enteró que, durante su relación, su hija fue víctima de violencia, y que ésta nunca pidió ayuda para no causarle “una angustia”; tras conocer su muerte, Imelda supo que el feminicida de su hija contaba con antecedentes penales.

Actualmente Cayetano “N” cuenta con una orden de aprehensión, una alerta migratoria. Imelda no ha descansado ni un solo día no sólo para esclarecer el feminicidio de su hija, también para ser el principal sustento de sus nietas, quienes se han convertido en sus hijas.

“Es super difícil, como no tienes idea, nos convertimos en madres de nuevo, tuve que dejar a mis hijas (nietas) para poder ir hasta Gobernación en la capital para que volteen a ver el caso de mi hija; porque yo me volví activista y aunque se le haga justicia a mi hija yo seguiré luchando por todas… Hasta que te toca un golpe de estos sabes que es lo que están sufriendo muchas madres y muchas tal vez se quedan calladas pero yo no, y como lo he dicho, yo encontraré vivo o muerto a Cayetano ”, precisó.

Tan sólo de enero a octubre de este año ocurrieron 777 feminicidios en México, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; y entre ellos se encuentra el caso de Yuritzbi Mendoza, quien fue víctima de feminicidio el pasado 17 de octubre en Zapopan, Jalisco.

Juliana Mendoza, tía de Yuritzbi, relató cómo de a poco, el feminicida de su sobrina fue alejándose de su familia, pero sin imaginarse que llegaría a matarla, hasta que un día les hicieron una llamada que sin pensarlo sería para ir a Guadalajara a reconocer el cuerpo en la morgue.

Para Juliana todo esto le parecía muy lejano y a pesar de que estaba de acuerdo con los ideales del movimiento feminista, nunca se imaginó que un día tanto ella, como su familia tendrían que marchar para exigir justicia por el feminicidio de su sobrina; y fue así como comenzaron a realizar movilizaciones tanto Jalisco como en Michoacán de donde era originaria Yuritzi.

“Antes de verdad no lo entendía pero ya cuando me vi en esa situación entendí todo el coraje y la frustración que se siente en donde dices no me importa rayar una pared pero quiero que me escuchen y me tomen en cuenta, que me vean… En mi caso no hubo necesidad de quemar o romper, pero si yo hubiese visto que en su caso no había avances no me hubiese tentado el corazón para hacer lo que fuera necesario”, aseguró.


Desde Marisela hasta Juliana, son cientos las mujeres que luchan de manera incansable para esclarecer los feminicidios, ya sea de sus hijas o sobrinas; algunas han logrado un gran avance en el camino, como en el caso de Juliana, quien informó que el feminicida de su sobrina ya se encuentra preso.

Tanto Yesenia como Imelda aún siguen en la espera de que se aprenda a los responsables de los feminicidios de sus hijas; y en el caso de Marisela apenas el pasado 17 de diciembre el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, anunció que se retomará la investigación del caso de Marisela Escobedo a fin de profundizar en las líneas de investigación que algunos familiares han señalado.

Y pese a las dificultades tanto Imelda como Juliana piden a quiénes tienen madres, hijas o hermanas que han sido víctimas de feminicidio y que alcen la voz para pedir justicia por ellas, ya que juntas como mujeres pueden ser más fuertes.

“No dejen que las muertes de sus hijas queden, impunes, que no tengan miedo, porque de eso vive el feminicida, del miedo de las familias que no quieren o temen hacer algo”, expresó Imelda
“Lo peor que nos pueden hacer es matarnos y ya nos están matando, por eso en nombre de nuestras muertas hay que alzar la voz porque ellas merecen paz y justicia”, precisó Juliana.


dmz

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