El 10 de septiembre, el periodista Alberto Barranco asumirá como embajador de México ante el Vaticano y su principal misión, asegura, será acercar más a ambos países.
Con más de 40 años de trayectoria, pero sin experiencia diplomática, Barranco fue designado por el Congreso como embajador ante la sede pontificia.
Barranco reconoció que si bien no tiene la formación diplomática cuenta con un profundo conocimiento sobre las relaciones e historia entre el Vaticano y México, por lo que lo único a lo que tendrá que acostumbrarse será a los protocolos.
Originario de la colonia San Rafael, el también cronista asegura que la nueva encomienda significará un cambio radical, ahora tendrá que cambiar de residencia durante los próximos cinco años, acompañado de su esposa, a uno de los países con más historia y riqueza del mundo.
Admite que su antigua amistad con el presidente Andrés Manuel López Obrador le valió ser considerado para el puesto, pero dejó en claro que nunca solicitó un cargo en el gobierno, y la designación le tomó por sorpresa.
Dijo que llevará un mensaje de fraternidad el papa Francisco y dar a conocer lo que está ocurriendo en el país en migración, derechos humanos y desaparecidos.
¿Qué significa el nombramiento y el reto de pasar de periodista a embajador?
Fue una sorpresa, porque soy periodista, escritor; mi tarea era otra, aunque en alguna forma tengo amor por la cultura. El Vaticano tiene un importante acervo cultural que vamos a investigar, creo que la dualidad es feliz para nuestro país en la medida que requiere gente que tenga un conocimiento más amplio de cuál ha sido la participación del Vaticano en la historia de México. Vamos a tratar, entre otras cosas, de recuperar los archivos que tenga que ver con la participación de la sede papal en acontecimientos torales para el país.
¿Buscó este nombramiento?
Tengo la honrosa amistad con el Presidente desde hace varios años, pero en ningún sentido he pedido ni le pediré alguna situación. De él salió, de los sondeos con amigos mutuos, después ellos me sondearon y así se hizo. Desde la época en que López Obrador era jefe de Gobierno me ofreció algo así como auditor superior de Ciudad de México, no acepté porque ni soy abogado ni soy contador y no tenía ningún caso que me rodeara de gente que me hicieran el trabajo, no es mi talante y decliné. Cuando entró al gobierno, el Presidente me mandó sondear si yo aceptaría un cargo diplomático, porque a él le interesaba que fuera al Vaticano y en ese momento le dije que sí. Incluso lo pensé mucho, pero finalmente le dije que sí, porque considero que es una forma de recompensar lo que me ha dado mi país durante tantos años.
¿Cuál va a ser su trabajo?
El Vaticano representa a mil 313 millones de católicos. El estar ante una personalidad como el papa es importante para mí. Trataré de buscar un acercamiento con él para establecer una agenda común y buscar acuerdos en materia cultural, educativa, de medio ambiente y en otros temas. Habrá un respeto irrestricto al Vaticano y a la figura del papa como líder de la Iglesia católica, pero no pierdo de vista que México es un Estado laico, tiene un escenario de respeto a la laicidad que ha costado mucha sangre, todo esto no se puede perder de vista.
“Buscaré sensibilizar al papa del sufrimiento de nuestros compatriotas en EU y que haya un pronunciamiento, porque el tema de migración está en todo el mundo”.