Ricardo Anaya afirma que AMLO ha fallado en seguridad

Pero sostiene en su libro "Pasado, presente y futuro de México", que los resultados de Felipe Calderón en combate a la delincuencia fueron “realmente espectaculares” y no menciona a García Luna.

Ricardo Anaya, ex candidato presidencial del PAN. (Cuartoscuro / Archivo)
Jannet López Ponce
Ciudad de México /

Para Ricardo Anaya el presidente Andrés Manuel López Obrador no ha dado resultados en materia de seguridad, sus propuestas resultaron fallidas y mintió cuando en campaña propuso regresar al Ejército a los cuarteles. El panista sostiene que el país no ha visto la pacificación prometida ni la disminución anhelada de la violencia.

En su libro “Pasado, presente y futuro de México”, el ex candidato presidencial sabe enlistar cada uno de los errores que ha cometido el Presidente en materia de seguridad: liberar a Ovidio Guzmán, saludar a la mamá de El Chapo y una política de abrazos, no balazos, que hasta ahora no ha dado resultados.

Si López Obrador leyera el libro de Anaya, diría que padece de amnesia. No solo porque habla de cómo el crimen organizado penetró al Estado mexicano, pero no hace mención alguna al ex secretario de seguridad Genaro García Luna preso en Estados Unidos por colaborar con el cártel de Sinaloa durante el último gobierno del partido en que milita: el PAN; sino porque incluso, garantiza que los resultados de Felipe Calderón en combate a la delincuencia fueron “realmente espectaculares”.

Anaya se empeña en limpiar el nombre de Felipe Calderón deslindándolo de la idea de sacar a las Fuerzas Armadas a las calles pues dice que es una estrategia que empezó hace 30 años.

“El uso de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública no inició durante el sexenio de Felipe Calderón y es parte de un proceso que empezó desde la década de los noventa, e incluso en menor medida desde la Operación Cóndor de mediados de los setenta. Sin embargo, a partir de 2006 esa práctica se llevó a niveles nunca antes vistos en México, y desde entonces se ha continuado con un proceso que algunos han caracterizado como la militarización de la seguridad pública”, dice Anaya.

Sostiene que “no es cierto que los militares, por el simple hecho de serlo, violentan derechos humanos de manera sistemática” y en la lista de justificaciones a favor del último sexenio panista, agrega que el “fracaso de la primera etapa de estrategia, particularmente durante la administración de Felipe Calderón, se debió a dos razones: pronto desapareció el factor sorpresa y las organizaciones criminales estuvieron preparadas y dispuestas a contraatacar al gobierno y, segundo, porque la capacidad de combate de las autoridades disminuyó”.

Y aunque critica que “tanto Peña Nieto como López Obrador prometieron regresar al ejército a los cuarteles”, termina reconociendo que “no existen las recetas mágicas” y que aunque es indispensable el fortalecimiento de las policías locales para poder avanzar en el objetivo de que las Fuerzas Armadas regresen a sus tareas constitucionales “tampoco debe descartarse por completo su participación en contextos particulares y de forma temporal”.

Anaya habla de que es indispensable investigar y combatir la penetración criminal en las estructuras del Estado, pero no menciona ni por error al ex secretario de Seguridad de Calderón, Genaro García Luna, acusado de haber protegido al cártel de Joaquín El Chapo Guzmán; y en casos de la violencia en los estados, solo menciona aquellos que no son gobernados por el PAN.

Aunque cuando se topa con Guanajuato y la manera en que creció el Cártel de Santa Rosa de Lima de José Antonio Yépez El Marro también recuerda la corrupción en Pemex en el sexenio de Enrique Peña Nieto; y señala al general Eduardo León Trauwitz, “encargado de cuidar la red de ductos de gasolina del país, que está procesado por los delitos de delincuencia organizada y sustracción ilegal de hidrocarburos, y existe una orden de aprehensión liberada en su contra”, pero de los gobiernos panistas que han gobernado en la entidad y permitieron crecer al Marro, nada se dice.

Apenas y reconoce que “la tasa de homicidios de duplicó a los cuatro años de iniciada la gestión de Felipe Calderón, a partir de su decisión de involucrar al Ejército y a la Marina en el combate al crimen organizado, a una escala jamás vista” pero al mismo tiempo agrega que “es un hecho que la violencia en México no inició en ese sexenio”.

Y enlista “los golpes al crimen organizado en esos años que fueron realmente espectaculares” como el arresto de Zhenli Ye Gon “que dio lugar al mayor decomiso de dinero en efectivo de la historia no solo de México, sino de todo el mundo: 206 millones de dólares” y el decomiso de 23 toneladas de cocaína en el puerto de Manzanillo, Colima “una cantidad jamás confiscada en ningún otra parte del planea”.

Habla de la legalización de la mariguana que, sostiene, debe ser hacia donde se encamine parte de la estrategia de seguridad, aunque no fija una postura clara pues expone en todo momento contextos históricos y los argumentos de quienes están a favor y en contra.

En mil 222 páginas, el ex candidato presidencial critica las promesas más emblemáticas de López Obrador y sostiene que la estrategia de “abrazos, no balazos ha fracasado”, el planteamiento de que por el bien de todos, primero los pobres “quedó en eslogan”; la ilusión de ofrecer empleo abundante y bien remunerado “terminó en palabras huecas”; y esa frase de que la corrupción es una lacra que debe combatirse “ha sido usado para concentrar más y más poder”, aunque sostiene que este libro no es una arenga partidista, sino un esfuerzo político con opiniones que apelan a las razones.

ledz

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