Integrante de la Mesa de Decanos de la Cámara de Diputados, el legislador perredista Antonio Ortega (Aguascalientes, 1954) se define como militante de izquierda desde los 14 años: perseguido y hostigado en su inicio, pero nunca tentado a formar parte de los movimientos guerrilleros de los 70.
Su hobby son las antigüedades y por ello la familia le reclama el espacio cada vez mayor que ocupa en casa para las piezas que adquiere en La Lagunilla de Ciudad de México o en la Línea de Fuego de Aguascalientes, así como en bazares a los que lo invitan.
Respecto a la gastronomía, “todo lo que tenga que ver con los chiles y el picante es mi preferencia”, dice.
Entiendo que su carrera política tiene origen en la llamada izquierda histórica de los 70…
Efectivamente, toda la vida he participado en la militancia de izquierda y espero, a mis 65 años, no cometer un despropósito; espero morirme en las posiciones de izquierda liberal.
Recuerdo mis inicios, a los 14 o 15 años, alentado por un volante que recibí en la secundaria (de mujeres) de la Escuela Normal de Cañada Honda, Aguascalientes, convocándonos a una de las marchas del 68 y, sin amigos, ni compañeros de la escuela, me sumé.
Después, Jesús Ortega, que es mi hermano —él estudiaba en Ciudad de México, en el Politécnico, y yo en el Tecnológico de Aguascalientes— nos enviaba propaganda, manifiestos, volantes, documentos, libros del movimiento de resistencia estudiantil; en Aguascalientes constituimos un comité de lucha y ese fue prácticamente el origen de mi participación.
Ya en el terreno partidario, fuimos fundadores del PST, fui presidente del comité estatal, miembro del comité central y de su comisión ejecutiva; también del PSUM, del PMS y finalmente del PRD, es decir, tengo la fortuna de haber sido miembro de esos cuatro partidos y en todos fui presidente estatal.
¿En algún momento se sintió perseguido por el régimen de entonces?
Formé parte de una historia en donde muy joven distribuir volantes, hacer una pinta en una pared, organizar un mitin, era perseguido; el sistema de libertades democráticas que hoy conocemos no lo tuvimos los que sentamos las bases de las transformaciones políticas en este país. Fui hostigado. He tenido interés de acudir al Archivo General de la Nación para conocer mi ficha y conocer qué resguardo tenían las policías, las instituciones de información, sobre las actividades que un equipo de compañeros hacíamos.
¿Nunca sintió la tentación de ir a la guerrilla?
No, con franqueza y sinceridad. En Aguascalientes se habían generado algunos focos de grupos; en mi escuela regularmente en las bancas y pupitres aparecían convocatorias y, sin duda, estoy plenamente seguro, éramos observados tanto por las fuerzas de seguridad como por el grupo guerrillero que en Aguascalientes existía.
Y siendo un joven dedicado al activismo, a la organización de movimientos políticos, ¿le quedaba tiempo para la distracción?
Yo era un joven como todos, participaba en algún equipo de futbol, era portero, por mi estatura quizás, aunque tenía más kilos en aquella época; no fui un asiduo asistente a bailes, a conciertos, me gustaba más ir a la biblioteca, al ajedrez.
¿Y su hobby hoy día?
Las antigüedades, recorrer los tianguis, los mercados; en el caso de Aguascalientes, la Línea de Fuego; en el caso de Ciudad de México, La Lagunilla.
Dentro de esa colección, ¿cuál es la pieza por la que tiene mayor aprecio?
No tengo una preferencia por algún tipo de antigüedad, pero me interesan mucho las que tienen que ver con haciendas, con el campo, con ingenios, con molinos de café; en mi casa tengo discusiones con la familia, con mi esposa, porque me reclaman que cada vez ocupo más espacio, que lleno lugares de antigüedades.
¿Cuál es su lectura favorita?, ¿qué lee ahora?
En este momento leo el más reciente libro de Jesús Ortega, Reencuentro, la izquierda y el liberalismo político, altamente recomendable en la coyuntura de regresión autoritaria. Me gusta la historia, estoy leyendo la colección de libros sobre Maximiliano y Porfirio Díaz; Rafael Tovar y de Teresa y Carlos Tello Díaz han hecho aportes importantes a esos capítulos de la historia.
¿Está entre sus gustos y aficiones ir al cine, al teatro?
Mi familia vive en Ciudad de México, pero cuando estamos en Aguascalientes regularmente me dedico a la jardinería, voy al cine, acompaño a mi esposa a hacer algunas compras de su negocio, pero quisiera tener más tiempo para distraerme de la tensión y la presión que significa la política, en la que estoy concentrado al cien.
¿Qué tipo de comida le gusta disfrutar?
En Aguascalientes hay una producción importante de chiles, tengo un paladar preparado para eso y me gustan mucho los chiles rellenos, estos chiles rojos secos, los chiles verdes, el mole, todo lo que tenga que ver con los chiles y el picante es mi preferencia.