Abogado de profesión pero pianista por convicción, Javier Lozano (Puebla, 1962) goza de la libertad que le da no pertenecer a ningún partido y de 30 años de experiencia en la política para opinar “con conocimiento de causa”.
Considera que se encuentra en el mejor momento de su vida junto a sus cuatro hijos y su pequeña nieta, a quienes transmite su pasión por la música clásica y la ópera y hasta les ha compuesto piezas sencillas.
Egresado de la Escuela Libre de Derecho y profesor en esa institución por casi 20 años, está por terminar una maestría en la George Washington University y quiere mantenerse en la política, porque no “podemos dejarla en manos de gente tan ignorante, resentida y soberbia”.
¿Quién es Javier Lozano?
Es una pregunta muy interesante, porque detrás del actor político hay una persona de carne y hueso, padre de familia y abuelo de una nieta que adoro; que vive la vida intensamente aunque con muchos equilibrios, o los necesarios, para poder inyectar a la parte política el humanismo que se requiere.
¿Por qué dejó la música?
Estudié la carrera de pianista en el Conservatorio Nacional de Música, pero no terminé, son muchos años, y mi maestra de piano en Estados Unidos me hizo ver que una cosa era que me gustara mucho la música y otra que yo fuera bueno, o lo suficientemente bueno, para competir en el escenario internacional. Más vale ser realista, así que mejor lo hago como un hobby, como algo mío.
¿Pero no abandonó esa pasión?
No, y me va acompañar hasta el último minuto de mi vida, porque es algo que verdaderamente disfruto mucho; no solo escucharla, entenderla, me gusta la historia musical, la teoría musical, el contexto de por qué se dan y dónde se dan las obras. Soy estudioso de la música y sí, me apasiona, aunque también el deporte y la lectura son de mis grandes aficiones.
¿Algún equipo favorito?
Soy un aficionado, me gusta el futbol soccer, el americano, el beisbol, el básquet, me gusta todo y me gusta practicar deporte, como el ciclismo. Trato de mantenerme en forma, creo en esa frase que dice: ‘mente sana en cuerpo sano’; llegué a la edad en que más vale que te cuides y que vivas intensamente la vida.
¿Entonces es un abuelo joven?
Sí, en realidad me casé joven y mi hija tuvo a su hija pequeña muy joven, y que haya una brecha generacional tan corta, tanto con mis hijos y con mi nieta, me permite tener mucho más empatía con ellos, incluso con la autoridad que tiene que haber de un padre hacia los hijos, pero nos llevamos muy bien.
Hay una muy bonita relación, de mucho cariño, nos reímos mucho, viajamos mucho, somos como cuates. Hacemos ejercicio juntos, vamos a comer, nos gustan las mismas cosas. Yo sí disfruto mucho a mi familia, con mucho placer, al igual que a mis amigos.
¿Está en un buen momento?
Ya llegué a una edad en la que decido qué libro quiero leer, qué música quiero escuchar, qué vino me quiero tomar y con qué amigos me quiero sentar. Es un privilegio que no todos tienen, pero yo sí me puedo dar el lujo de escoger; estoy en posición de darme esos lujos y, de veras, de participar en la política con mucha más libertad.
Mi paso por la administración pública y el Parlamento fue de 30 años consecutivos, una friega, así que ahorita ya puedo opinar con mucho más conocimiento de causa, con mucha más libertad, ahorita no tengo partido político, así que puedo hacer las cosas de tal manera que me siento muy cómodo.
¿Logró transmitir su pasión por la música a sus hijos?
Uno de ellos es un gran músico, canta y toca la guitarra, de veras es muy bueno y espero que siga adelante. Ahora que nació mi nieta, igual que cuando lo hicieron mis hijos, le hice una pequeña composición en piano, cosas muy sencillas, muy simples.
¿Ve algún parecido entre la ópera y la política?
Todo pasa en la política mexicana. Muchos actores, mucha simulación para los buenos y los malos, tienes muertes, amores y desamores, así es la política mexicana, sobre todo en esta 4T, que tiene un enorme desprecio por la cultura.
¿Cultura es lo que necesita nuestro país?
Sí, y nos falta mucho. Si fuéramos un pueblo mucho más culto y más educado, tendríamos otros valores, otra formación y otra manera de trabajar y de hacer nuestra parte para que a México le vaya mejor.
¿Qué le falte hacer?
Me falta vivir lo que me queda con toda intensidad y tratar de alejarme de la gente y las relaciones tóxicas. Quiero seguir en la política, porque no podemos dejarla en las peores manos, no podemos dejarla en manos de gente tan ignorante, tan resentida, tan soberbia...
¿Qué está leyendo?
El ruido del tiempo, de Julian Barnes.