Abogada de profesión y electorera de corazón, Claudia Zavala desempeña su labor en el Instituto Nacional Electoral (INE) desde 2017, un cargo para el que se ha preparado toda su vida y el que trabaja diariamente con una sonrisa que contagia a los que la rodean.
El tiempo con su familia y amigos ha sido un elemento fundamental para el desarrollo personal y profesional de una mujer que disfruta de estar al aire libre, leyendo un buen libro o disfrutando de una película.
Y aun cuando siempre supo de su vocación de abogada, con un poco de apoyo pudo convertirse en una deportista destacada; sin embargo, su camino estaba designado hacia la defensa de los demás, bajo el ejemplo de su madre, una mujer trabajadora, quien le enseñó la importancia de la honestidad y del esfuerzo para salir adelante.
¿Quién es Claudia Zavala?
Es una mujer a la que le gusta vivir la vida, disfrutar plenamente cada momento, porque la vida es muy corta y hay que ser felices y disfrutarla al máximo. Esa es Claudia.
¿Siempre supiste que querías ser abogada?
Yo disfruté mucho mi niñez y mi juventud y siempre tuve claro que quería ser abogada; pero creo que, si alguien me hubiera canalizado, me habría gustado ser deportista, me encantaba y además era hábil para el deporte. Tenía la energía, pero al final del día nunca me programé como deportista.
Canté, bailé, toqué instrumentos, hice deporte, el que más me gusta es el voleibol: subir, picar las bolas, pero nunca lo hice de forma profesional; siempre quise ir a la universidad, aunque no sabía bien hacia dónde.
¿Cómo fue que te decidiste por leyes?
En el CCH tuve un maestro que amaba el derecho y nos lo impartía con tanta pasión que me encantó y creo que fue muy natural elegir esta carrera, porque siempre me gustó la defensa de los demás y las injusticias siempre me molestaban.
¿Cómo te preparaste hasta llegar a ser consejera del INE?
Con mucho esfuerzo, disciplina y dedicación toda la vida. Terminé mi carrera en el 94 y en ese año tuve la oportunidad de entrar al Tribunal Electoral, donde ocupé muchos cargos, desde secretaria hasta directora del Centro de Capacitación y luego me fui como consejera del IEDF, y aunque nunca tuve la pretensión de ocupar un cargo, siempre estuve preparada, nunca dejé de estudiar y siempre me preparé para lo que llegara.
Más allá de todas las actividades que una mujer debe desempeñar en su vida, porque tienes varios roles, lo que siempre he tenido de una manera muy constante es mi formación profesional y la pasión por lo que hago.
¿Fue difícil intercalar la familia con el trabajo?
Mi esposo y yo fuimos novios desde antes que yo estuviera en la materia electoral; lo conocí justo cuando terminamos la universidad, cuando fue la foto de generación, nunca nos vimos dentro de clases, pero ahí nos conocimos; hoy conservamos cosas en común que nos ha permitido seguir juntos hasta ahora.
Mi vida en pareja se fue formando cada día y se construyó antes de que yo fuera electorera; aunque sí creo que si hubiera sido después, no habría podido ser, porque ambos conocíamos nuestras cargas de trabajo; además de que fuimos papás muy jóvenes, mi primera hija llegó cuando yo tenía 25 años y eso nos unió mucho, porque nunca dejamos a nuestros hijos al cuidado de nuestros padres.
Sé que disfrutas mucho el cine, ¿es tu forma de entretenimiento favorita?
Sí, eso y leer. Un periodo muy corto de mi vida dejé de trabajar, mes y medio en 2013; así que me apropiaba de mi tiempo, me daba dos horas diarias cuando mis hijas se iban a sus actividades. Me sentaba a tomarme un buen té en Coyoacán y me quedaba ahí. Amo leer, de todo, me encanta y sí, también el cine me fascina, lloro, me río, me espanto.
Tengo una buena anécdota, hace mucho tiempo tuve un pretendiente que me invitó al cine y vimos una película tristísima, así que toda la película me la pasé llorando y nunca más me volvió a invitar. Ni modo, pero todo lo disfruto al máximo.
¿Cómo logras equilibrar ser madre, esposa, profesionista?
Siempre tienes que ceder, pero lo que he aprendido es respetar el tiempo que he destinado para cada cosa. Si yo estoy en mi casa, procuro dejar el teléfono y no trabajar. Si es necesario que yo trabaje el sábado, ocupo unas horas del día, para lo que deba hacer y después, regresó a mi actividad personal.
Si te traes las cosas del trabajo a la casa o viceversa nunca vas a ser libre, nunca vas a poder disfrutar las diferentes facetas que tenemos.
¿Qué está leyendo?
Homo Deus, de Yuval Noah Harari.