Treinta y tres carriolas llegaron a la Casa del Peregrino, en la Ciudad de México. Carriolas que, en su mayoría, han recorrido cientos de kilómetros acompañando a la caravana migrante.
Este lunes sólo hay 33 en el albergue, pero aún faltan más por llegar y algunas no llegaron.
Este transporte para niños, y en algunos casos para maletas, mochilas, agua, alimentos, cobijas, entre otros, son de gran apoyo para los centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos, lo cual sugiere que aún les falta rodar otros cientos de kilómetros.
Treinta y tres familias lograron obtener una de estas carriolas para transportar a sus bebés. Protegerlos del sol, frío, polvo, entre otros riesgos que corren.
Aún así, muchos menores han llegado enfermos a la capital del país, con problemas en la piel y algunos otros padecimientos que hasta el momento no parecen de mayor riesgo.
Son 75 niños y adolescentes que durmieron en este refugio cercano a la Basílica de Guadalupe, en la alcaldía Gustavo A. Madero, y durante el día han llegado más.
Por las condiciones de sus carriolas se ve que el camino ha sido largo: ruedas dañadas, tela rota y manchada, denotan que han dado servicio por mil 51 kilómetros (algunas menos o algunas más) en el viaje desde Frontera Hidalgo, Chiapas, hasta la Ciudad de México.
Ahora, por un par de días, los niños olvidan la tragedia de salir de sus hogares, de caminar incansablemente, de iniciar cada día sin saber si lograrán desayuna, comer o cenar, o sólo harán una comida al día.
Refugiados en este albergue capitalino, los niños y la carriolas descansan. Personal de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México distrae a los menores, organiza juegos y actividades, también les entrega dulces y material para que se diviertan. Olviden por un momento, si es que lo saben, que aún no llegan a su destino.
JLMR