Las medidas reforzadas de prevención y contingencia sanitaria emitidas por el gobierno estatal entraron en vigor este 22 de diciembre: el regreso del Hoy no Circula, el cierre parcial de comercios que no son de primera necesidad y la implementación de una Ley Seca, la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas; sin embargo esto no fue impedimento para que algunos puntos de la ciudad reflejaran una fuerte presencia de compradores, así como de personas que transitaban las calles de la Bella Airosa.
Bolsas con carne, verduras, pollo, especias y demás ingredientes cuelgan de los hombros de mujeres y hombres por igual, la pandemia del covid-19 no ha logrado frenar a los pachuqueños que buscan adquirir lo necesario para celebrar las fiestas decembrinas y dar la bienvenida al año nuevo con una cena digna, como la que todos los años se acostumbra a celebrar en los hogares de Hidalgo y de México.
Aunque las calles y avenidas de la capital, así como algunos municipios de su zona metropolitana, sí tuvieron un decremento en la cantidad de automóviles que recorrían el pavimento– situación perceptible debido a que los peatones podían cruzar de una acera a otra sin el riesgo de ser arroyados por el alto tránsito de automóviles–, nuevamente los peatones dominaron las calles para hacer sus compras.
La Central de Abastos, como cada año, se convierte durante el último mes del año en el punto de encuentro de cientos de compradores, y las medidas reforzadas de prevención no cambiaron este hecho, pues la afluencia en estos negocios no cedió; los locatarios lucharon para organizar a las personas que hacían filas para ser atendidos y volver a casa con el botín; mientras algunos compradores salían, otros más accedían, el círculo de las compras navideñas no frenó.
Sin embargo, este punto no fue el único con fuerte afluencia de gente, los comercios aledaños también presentaron largas filas, pues al interior no permitían acceder más que a dos personas como máximo, letreros con fondos brillantes en amarillo y naranja advertían que únicamente se atendería a aquellos que portaban cubreboca, “cuide su salud y cuide la mía”, “sólo dos personas pueden acceder, cuídese y cuide a todos”, expresaban, situación que a muchos quedó claro y por ello tardaron más de lo que esperaban en realizar sus compras.
A brindar con té de manzanilla
La llamada Ley Seca, prohibición de venta de bebidas alcohólicas, igualmente se reinstauró este 22 de diciembre, pero pocas personas estaban conscientes de ello, por lo que algunos de los comercios que tuvieron visitas inesperadas fueron los comercios y establecimientos que ofertan estos productos.
Como si fueran a un funeral, cerca de 10 personas esperan en fila, algunos de traje muy elegantes, otros más dejan ver el mandil que usan en su local dentro de la Central de Abastos, mujeres en pijamas o de vestidos dignos de una velada romántica; todos ellos esperan fuera de un comercio que se especializa en la venta de alcohol. Ya pasan de las 11 de la mañana, sus puertas que deberían estar abiertas de par en par, permanecen cerradas, pero pocos saben que de abrirse no podrán adquirir cervezas, botellas de ron, vodka, whisky, sidra o alguna de las bebidas que hacen de la fiesta decembrina un momento para relajarse y olvidarse del mundo.
En el peor de los casos, las puertas no cederán, permanecerán cerradas, pues nuevamente se prohíbe la venta de alcohol, no hay letreros que anuncien esta situación, pero es claro que la gente formada desconoce si podrán comprar una botella para brindar en estas fiestas decembrinas. En comercios más pequeños como tiendas de conveniencia y mini súper, ya se han cubierto los refrigeradores y estantes donde se exhiben estos productos, con bolsas negras y letreros que sentencian. “prohibida la venta de bebidas alcohólicas por disposición oficial”, una sorpresa que llega a golpear la cara de algunos.
Un hombre entra por la puerta principal de uno de estos establecimientos, carga una bolsa “de mandado”, se coloca gel antibacterial, pertenece a la tercera edad, pues sus canas debajo de su gorra lo delatan, avanza lentamente dentro de los pasillos, pasa los chocolates y se dirige a los refrigeradores; no se ve su sonrisa pero sus ojos delatan que está alegre, sin embargo su alegría terminó muy pronto, al ver la bolsa negra y el letrero sus ojos parecen haber perdido la chispa, sus hombros se desploman y la bolsa que sostenía con tanto ímpetu ahora es estrangulada entre sus manos, sin decir una palabra admite la derrota y sale por el mismo sitio en el que entró, permanece afuera viendo a través del cristal como si el mensaje fuera a cambiar, no lo hace.
“Ya no hay venta de cerveza o de botellas, ¿verdad?”, preguntó a otro consumidor, al ser una respuesta negativa que ya esperaba se resigna, “ni modo tendré que buscar en otro lado aunque me salga más caro, y si no pues ya tendremos que tomar agua en la cena”, se despide y con la mirada hacía el piso avanza lentamente, la derrota abatió su esperanza de tener unas cervezas para celebrar los últimos días de este año.