En estados como Puebla y, en todo el país, la principal sustancia asociada a la mortalidad por suicidio en jóvenes menores de 29 años es el alcohol, explicó el presidente de la Asociación Mexicana de Suicidología (AMS), Quetzalcóatl Hernández Cervantes, investigador en Psicología de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Uno de los principales problemas relacionado con el suicido se relaciona con que, a la población mexicana, en promedio, le cuesta 14 años encontrar la ayuda adecuada y especializada para enfrentar su situación, explicó.
Pese a las campañas para hacer conciencia sobre el consumo de alcohol, el problema de fondo va más allá de la ingesta; y otro tema identificado que influye es la relación con los integrantes de la familia.
En la actualidad, esperar a que un niño diga: “estoy pensando en quitarme la vida” no es el camino porque cuando eso sucede, se trata de una etapa tardía porque llegar a ese punto es el resultado de un largo camino detrás de la idea, destacó.
“En terapia, la frase recurrente en niños entre 9 y 12 años es hacer todo sin compañía y esta misma emoción se replica en adolescentes entre 13 y 22 años. En nuestra sociedad la soledad es sinónimo de fracaso”, apuntó.
En el marco del 10 de septiembre, Día Mundial para la Prevención del Suicidio, el académico resaltó que el adolescente que empieza con dificultades emocionales entre quinto y sexto grado de primaria pasa a la secundaria con muchas dificultades y contratiempos, los cuales, van en aumento al subir de grado escolar y llegan a la adultez con dificultades emocionales.
“En el país por cada mujer que muere por suicido hay al menos cuatro hombres menores de 25 años de edad. La salud mental es una responsabilidad individual en la que participan otros, nuestros hermanos, hermanas, compañeros en la escuela. El papel de los maestros y maestras es enorme porque hacen acciones que van más allá de la escuela”, explicó el especialista.
En México, se presenta una separación estructural ya que se considera que el tema de depresión es una cuestión actitudinal; sin embargo, forma parte de la salud mental y es igual de dañina que un cáncer, una neumonía y otras enfermedades.
El mejor tratamiento y bajo las evidencias registradas en la atención al suicidio, la mejor estrategia consiste en identificar y generar un padrón que exponga las características de personalidad del adolescente mexicano en riesgo, explicó el académico.
“Es vital encontrar un especialista que plantee cómo trabajar con las enfermedades, que entienda el contexto social, educativo, competitividad y espacios de convivencia”, apuntó.
mpl