La investigadora de la Universidad Iberoamericana Puebla, María del Sol Romano Mora, advirtió sobre un aumento de la deshumanización de los miembros de una empresa y el nacimiento de un ser humano sin lazos y con amplias barreras entre los que ejecutan el trabajo y los que lo dirigen.
Señaló que, en algunos casos, la relación hombre-máquina invierte su jerarquía y subordina al cuerpo humano, lo cual, traerá consecuencias negativas para las personas en el corto, mediano y largo plazo.
Al presentar su análisis “Simone Weil: la unidad de pensamiento y acción en el trabajo”, en el marco del VIII Coloquio por el Día Mundial de la Filosofía, Romano Mora resaltó la urgencia de formar sociedades sanas y armónicas en las que se luche contra el estrés laboral y la depresión de las personas.
Señaló que es imposible realizar cualquier trabajo sin un pensamiento previo y explicó que cada persona debe hacerlo bajo un espíritu creativo, libre y digno; mientras que la producción en serie es alienante y no estimula la creatividad.
Para la investigadora de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita, la falta de impulsos reales que motiven al trabajador nutre un círculo vicioso: trabajar para vivir y viceversa; mientras que un trabajo mecánico y veloz provoca un desapego del cuerpo y espíritu propios.
“El maquinismo tiene efectos negativos que recaen en la deshumanización de los miembros de una empresa. En algunos casos, la relación hombre-máquina invierte su jerarquía y subordina al cuerpo humano”, expresó.
Advirtió que la sociedad disfruta de los frutos de la revolución industrial y tecnológica sin preguntarse sobre son las consecuencias ontológicas y los efectos en la salud y bienestar de los seres humanos.
“Esta falta de disfrute se presenta en gran medida a que el tiempo, constituido por largas jornadas de trabajo, no se los permite. Dicha condición se traduce también en agotamiento moral y mental de las personas”, comentó.
La investigadora de la Ibero Puebla explicó que el trabajo se traduce en un problema, no por las máquinas que se deben emplear, sino porque se tiene que producir en serie, sin tomar en cuenta al ser humano.
“Lo que degrada el trabajo no es la máquina, sino el trabajo en serie. Se adoctrina a la persona para trabajar en cadena y ser instrumentos de un sistema de generación de riqueza sin tomar en cuenta el bienestar y el sentir del ser humano”, explicó Romano Mora.
Recordó que desde hace más de medio siglo, la filósofa francesa Simone Weil, advirtió sobre la dominación del mundo a través de la técnica, lo cual reemplaza la esencia de valores humanos como el amor y la empatía.
“El ser se somete al tener porque se convierte en un objeto y, al mismo tiempo, se vuelve esclavo de las nuevas conquistas”, resaltó la investigadora de la Ibero Puebla.
Romano Mora apuntó que tanto la máquina como la técnica son bienes que deben servir al hombre para contar con una mejor calidad de vida y no a la inversa, es decir, que representen sufrimiento o aumenten sus problemas.
“Se debe propiciar el trabajo en equipo para fortalecer los lazos humanos, pues la idolatría de la técnica separa al hombre del mundo y de sus semejantes. En el verdadero trabajo, hay una unión entre cuerpo y espíritu, así como entre los trabajadores de la empresa. Simone Weil pugnaba para que el obrero tuviera una visión global del proceso que lleva a cabo y las contribuciones que hace con su trabajo. Es fundamental formar sociedades basadas en el espíritu del trabajo”, finalizó.
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