¡Ojo! Alertan por riesgo ante altas temperaturas en Puebla

Lo que comienza con deshidratación o dolores musculares; rápidamente puede escalar a problemas respiratorios y cardiovasculares.

Aumento de temperatura en Puebla | Jaime Zambrano
Jaime Zambrano
Puebla /

El cambio climático pone a prueba a las ciudades y a su población en estados como Puebla, que se ve desprotegida por la falta de infraestructura y cuidados para hacer frente a olas de calor durante la actual temporada.

Landy Sánchez Peña, investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales (CEDUA) del Colegio de México, explicó que la crisis climática ya no se trata solo de riesgos ambientales, sino de vulnerabilidades sanitarias y la brecha entre las ciudades en cuanto a su capacidad para hacer frente a las inclemencias del calor.

Durante su ponencia “Riesgos por altas temperaturas e infraestructura de cuidados en ciudades mexicana” en la Universidad Iberoamericana Puebla, la especialista resaltó uno de los ejes de investigación ambiental que pone el foco en el bienestar humano y, sobre todo, en los requerimientos de las ciudades.

“Es urgente identificar el panorama al que se enfrentan las ciudades. En cuanto al aumento de temperaturas, desde la década de los noventa existe un aumento en las temperaturas a nivel global, mismo que se disparó en el nuevo milenio”, apuntó.

En temporada de altas temperaturas, los espacios públicos deben satisfacer las necesidades de la población brindando áreas de recuperación y, de ser el caso, los cuidados médicos necesarios para no llegar a un extremo mortal.

“La propuesta analítica es pensar en qué tipo de respuestas podemos tener cuando viene una ola de calor. Tenemos una infraestructura de cuidados, pero que necesita crecer en términos de la estructura etaria y el cambio familiares”, expuso.

Las afectaciones a la salud entran a la discusión, porque si bien el cuerpo humano puede regularse hasta los 37 grados centígrados, las olas de calor, en combinación con altos niveles de humedad, no permiten la transpiración para poder enfriar el cuerpo, lo que lleva a los llamados golpes de calor, apuntó la investigadora.

“Al gremio investigador le ha preocupado una tendencia que va de la mano con el repunte en los termómetros: las olas de calor. Si bien existen desde hace décadas, el tiempo y la devastación ambiental las han hecho cada vez más duraderas, intensas y con presencia en regiones en las que eran impensables hasta hace poco tiempo”, añadió.

Los síntomas de este padecimiento van de menor a mayor intensidad. Lo que comienza con deshidratación, dolores musculares, sensación de mareo y dificultad de movimiento en las extremidades; rápidamente puede escalar a problemas respiratorios y cardiovasculares, imposibilidad de mantenerse consciente y, eventualmente, la muerte por un problema respiratorio o cardiovascular.

“Las infancias, personas con comorbilidades y los adultos mayores, cuya densidad demográfica va en aumento, son los más vulnerables al tener una menor capacidad termorregulatoria. La infraestructura de cuidados se relaciona directamente con la calidad de vida de las personas en medio de las olas de calor y el aumento desmedido de temperaturas”, destacó.

AAC

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