“Ante coronavirus o sismos, sonrisas y mucho trabajo”: personal de limpia

Tiempo de héroes

Cuadrilla chilanga. La labor comienza de madrugada... sin gel, sin cubrebocas y a veces sin agua para lo mínimo.

Recorrido por calles de la alcaldía Miguel Hidalgo. (César Parra)
Melissa Del Pozo
Ciudad de México /

Para Javier no hay días de descanso, ni tiempo de reparar en las medidas sanitarias que todos los días ve en la televisión y escucha en la radio. Su trabajo le obliga a estar en contacto con todo lo que la gente desecha. “Si me pusiera gel a cada rato, igual ya no tendríamos manos”, cuenta bromeando.

Javier y la cuadrilla que lo acompaña todos los días por ocho colonias de la alcaldía Miguel Hidalgo se reúnen muy temprano en el relleno sanitario del Bordo Poniente. “Allá no hay eso de tapabocas ni gel, ni patrón que nos dé el día por el coronavirus, ni agua hay”, explica.

Los trabajadores deciden si salen a trabajar con la ropa que traen de casa o se cambian, también es opcional usar tapabocas o guantes. “Depende de si tenemos dinero o no para comprarlo, a la mayoría de nosotros nos lo regala la gente, los guantes son los que he usado siempre para cargar estas bolsas, ahora trato de lavarlos a diario”.

Desde las cuatro de la mañana que salen del Bordo, con destino a la delegación, la cuadrilla ya va riendo y hablando de lo que esperan encontrarse en la jornada. “La gente desperdicia cosas es muy buen estado, casi siempre vamos contando lo que uno se encontró y casi siempre sabemos quién lo tiró y por que”, cuenta Nadia, de 25 años, quien aprendió del oficio hace dos, cuando conoció a su novio Enrique y con el que ahora tiene un hijo.

“Nada más que él está en otra ruta y en la tarde, por Los Reyes, donde vivimos, así cuida a Brandon (de 9 meses) en la mañana y yo llego para que él se vaya,” explica Nadia.

Sobre las medidas que han decretado las autoridades, dice Édgar, el más joven de la cuadrilla, “cómo las hacemos nosotros, estamos expuestos siempre, y pues al virus seguramente más, la gente pone en la basura todo, los papeles del baño, los que usan en la nariz, las cosas que se comen y las que no, todo, todo es foco de infección para nosotros, pero qué le hacemos, yo vivo de esto y si no pues no como”.

Gibrán, el chofer de la cuadrilla, explica que aunque él tiene menos contacto con la basura, el riesgo es el mismo. “Pero mis hijas lo valen, la verdad es que el cansancio es mucho, se acostumbra uno a los olores y a las caras de fuchi que pone la gente cuando uno pasa, pero pues es un trabajo digno, mis hijas van a la escuela gracias a esto”.

Con los años, estos compañeros de trabajo han hecho lazos de amistad tan profundos, que Javier explica que los cinco que lo acompañan son ya su segunda familia. “Si uno se enferma, pues todos tendremos que poner parte de nuestras propinas para que se recupere rápido, es un acuerdo, es un trato entre nosotros, porque pues quién más va a pagar las medicinas del que enferme de coronavirus”.

A diferencia de otros oficios que han tenido un declive de ingresos por la pandemia, los recolectores de basura han detectado un ligero incremento en las propinas.

“Desde hace una semana que la gente está más en su casa, más basura genera y más chamba”, cuenta Gibrán.

“Con coronavirus, temblores, con lo que sea, nosotros no podemos parar”, explica Javier; para ellos las pandemias se combaten con mucho trabajo y, dice Javier, “con una sonrisa”.

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