Con paciencia y dedicación Bruno Sánchez García, junto a un ayudante, elabora pan de muerto desde temprana hora. Bruno, un hombre de 52 años de edad, es panadero desde hace 30 años, 11 de los cuales laboró en sucursales de la cadena Las Espigas, en el estado de México, y hace 19 años fundó su panadería Nicole, en la calle Jacarandas, en el barrio de Boxfi, Atotonilco de Tula.
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Junto con su esposa Graciela Mendoza Roque de 52 años, su hijo Ángel Daniel de 27 años, y su hija Nicole de 23 años de edad, preservan la tradición panadera, una que les llevó a tener su expendio principal y dos sucursales en la zona centro de Atotonilco de Tula. Sin embargo, la pandemia de covid truncó todo, pues la afectación económica fue directa, al grado de que tuvo que cerrar las dos sucursales y despedir a sus cuatro empleadas ante la falta de recursos para sostener las sucursales de la panadería durante la epidemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
Fue tan severa la crisis económica causada por los cierres provocados por la contingencia sanitaria, que incluso el expendio principal estuvo a punto de cerrar sus puertas, a 19 años de creación. Una pandemia casi los doblegó, pues de las 600 piezas de pan blanco que hace a diario, llegó a vender solo 180 piezas, en el periodo más crítico del confinamiento por la pandemia. En el pan de muerto la proporción fue similar. Además en ese lapso las autoridades los obligaron a abrir a las 9 de la mañana y cerrar a las 7 de la noche. Sus horarios fueron afectados, pues les quitaron justamente las horas pico.
Los panaderos de Atotonilco de Tula se unieron y fueron en al menos 10 ocasiones a las inmediaciones de la alcaldía para pedir, implorar, que les permitieran ampliar sus horarios para evitar afectaciones económicas mayores. A cambio ofrecieron cumplir con todas las medidas sanitarias.
Finalmente la alcaldía cedió y se ampliaron los horarios para que pudieran abrir desde muy temprano y cerrar a las 8 de la noche. Eso mejoró la situación, y a la par de ello, él optó por ranchear, es decir, recorrer las comunidades de Atotonilco a bordo de un vehículo para ofrecer hasta la puerta de los hogares el pan que elabora desde las 6 de la mañana y hasta las 2 de la tarde.
Hace dos meses Rubén y el panadero que lo ayuda comenzaron con la elaboración del pan de muerto para ofrecerlo a sus clientes, y que de este modo se vayan familiarizando con los sabores representativas de su panadería: naranja mantequilla, los cuales les han buenas críticas y la preferencia de la población. Esperan buenas ventas para mejorar la mala racha.