Esto no es Puerto Príncipe, pero se habla criollo haitiano y se come arroz con frijoles y habas. Es La Plaza Giordano Bruno en la colonia Juárez, un diminuto parque localizado a unos metros de Paseo de la Reforma convertido ya en una aldea con cocinas, baños, tendederos y wifi gratuito. Una sala de espera para la migración haitiana que busca un refugió en la capital del país.
–No puedo pagar hotel todo el día ¿cuánto sale hotel por una noche? …300 pesos una noche, de 8 a las 12 y hay que salir del hotel, dice Yan a MILENIO, migrante haitiano que pasa las noches en una casa de campaña y durante el día debajo de las palmeras que adornan el parque, viendo videos en su celular y compartiendo memes.
Al igual que varios cientos de migrantes instalados en la plaza, Yan requiere de una tarjeta de visitante por razones humanitarias que les permita trabajar en México o al menos llegar hasta Estados Unidos para mandarle dinero a su familia. Mientras tanto, tiene que esperar, y se entretiene.
Forma parte de una nueva ola de migración haitiana a la que se le han sumado personas de otras naciones que atraviesan crisis políticas y económicas como Nicaragua, Ecuador, Venezuela o Afganistán. Y en lo que esperan, hicieron suyo este barrio gentrificado de departamentos que superan los seis millones de pesos, convirtiéndolo en un puerto de entrada a México.
Walter entró a México por Tapachula, Chiapas, antes estuvo en Perú y Brasil, donde ya trabajó. Su primo le dictó la ruta y le mandó la ubicación de la plaza por WhatsApp: presentar una solicitud de asilo ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), ubicada a solo tres calles, y cuando lo llamen, presentarse en las oficinas del Instituto Nacional de Migración (INM).
El problema es que el trámite es largo. –Yo fui a la Comar el día que llegar acá, me dirigí al Comar, y en Comar entregamos unos formularios... y tres, cuatro meses, ¿Usted sabe que es esperar cuatro meses y no trabajar?, relata con el poco español que sabe.
Tan solo en 2022 la Comar recibió 118 mil 470 solicitudes de asilo. Y desde que inició el sexenio hasta finales del año pasado, se han recibido 350 mil 523 solicitudes de refugio, lo que ejemplifica el tamaño del problema: 10 mil solicitudes que atender al mes, que va de la mano con una reducción de personal y presupuestos en la comisión, y la suspensión de plazos y términos legales en los trámites que obliga a las personas migrantes a tener que esperar por mínimo 45 días hábiles para saber si su solicitud será aprobada o no.
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De Puerto Príncipe a Tlahuac
El pequeño Yahir celebra su cumpleaños número seis con un pastel con viruta de chocolate y una vela que apenas puede apagar. La improvisada fiesta dentro del comedor incluye refrescos de sabores en vasitos de colores y las mañanitas cantadas en criollo haitiano.
Le acompañan otros 12 niños menores de años, la mayoría hijos de padres haitianos, pero ninguno conoció la isla, muchos nacieron en el camino; otros más, ecuatorianos y venezolanos. Después de haber pasado semanas en la calle, hoy comparten techo en el albergue temporal de Tláhuac recién instalado por el Gobierno capitalino.
Todavía no tienen acceso a ningún tipo de educación, “independientemente de su situación migratoria”, como lo marca la ley, los menores también deben esperar.
El incendio en una estación migratoria en Ciudad Juárez -que dejó por lo menos 40 víctimas mortales y 27 heridos- y la saturación de la plaza pública en la colonia Juárez obligó al gobierno capitalino replantear las estrategias para la migración que pasa por la Ciudad de México, y apostó por la creación de un albergue.
En lo que fuera alguna vez un centro de acampado, a unos metros del campamento de limpia número cinco en el bosque de Tláhuac, la Secretaría de Inclusión y Bienestar de la Ciudad de México instaló el pasado 30 de marzo este refugio; "un lugar seguro, los tratamos como si fuera nuestra propia familia”, dice a MILENIO Adolfo Llubere Sevilla, director de participación ciudadana de esta dependencia.
"Es un albergue, tiene sus limitaciones, su capacidad instalada, queremos brindar una atención digna mientras resuelven su situación migratoria”, agrega en entrevista.
Este espacio cuenta con alojamientos, regaderas, comida, un catre o colchoneta para las personas, y consultas médicas. Además, la Comar y el INM desplegaron personal para atender desde este sitio las solicitudes de protección internacional que se presenten. Tiene la capacidad de alojar hasta 150 migrantes, apenas en su primer día recibió 70 personas, entre ellos 18 menores.
Lo más recurrente en este momento, explica Rubén Jiménez, representante de la Comar en este albergue, es que "las personas están buscando una tarjeta de visitante por razones humanitarias para tener un libre tránsito, aunque reconoce: “el número de solicitudes son muchísimas y el personal que tenemos es el mismo”.
Sin embargo, para algunos migrantes no es una solución, muchos creen que se trata de un centro de detención o temen que se repita un incidente como lo sucedido en Chihuahua.
–Y dice Comar vamos al albergue… tampoco en el albergue no es necesarios para nosotros… porque en el albergue imagínate hay 400 —500 personas en albergue ¿qué va a pasar? va ser muerte, advierte Yan, quien opta por dormir en la intemperie.
Por lo pronto, las banquetas y los albergues se mantienen a la espera de un permiso para trabajar o para seguir al norte.
–Aquí nos dieron comida, nos bañamos, uno es adulto, no estamos aquí por eso, en lo personal a mí no me gusta ser mantenido, ¿me entiendes? eso quiero decirle a la autoridad que puedan hacer algo por nosotros, tenemos familia que nos está esperando, queremos trabajar, pero el primer paso para obtener un trabajo es tener el documento, relata Edison, migrante haitiano quien igual que miles en la ciudad, debe esperar —si bien le va. —hasta mayo para determinar su situación legal en México.
aag