Después de que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, suspendiera hasta el 30 de abril las actividades que se consideran no esenciales en los sectores públicos, privados y sociales, la Plaza Garibaldi de la Ciudad de México se encuentra vacía, sin nada de clientes.
Ahora es una de las zonas comerciales más afectadas del centro histórico, pues mariachis del lugar afirman que sus servicios han bajado hasta 70 por ciento, ya que los turistas y visitantes han dejado de ir por miedo a contraer el virus.
Antonio Guzmán, mariachi desde hace 35 años, detalló que ante la falta de afluencia de clientes se ha visto en la necesidad de tener que laborar hasta más de 12 horas para poder llevar dinero a su familia.
“Está muy crítica la situación, normalmente llegaba desde las 10 de la mañana y me iba a las 8 de la noche ahora, con lo del coronavirus, tengo que llegar más temprano, casi las 8 de la mañana, sin desayunar, e irme a mi casa hasta las 10 o 11 de la noche sin nada en el estómago; pues en ocasiones llego a casa de ustedes con las manos vacías”, dijo preocupado.
Como él, son decenas de mariachis que se encuentran sobre Eje Central Lázaro Cárdenas correteando a coches para saber si necesitan de sus servicios y así alquilarse por al menos una hora.
Otros se encuentran sobre la plaza, limpiando sus instrumentos, algunos tocándolos para llamar la atención del que llega a pasar y con un grito les hacen saber que ellos están ahí para cantarles y tocarles la canción que ellos deseen.
“Hey amigo, ¿quieres que le cante una balada a tu novia? o ¿cumplen años de casados?, díganme cual y yo mismo se las interpreto”, se alcanza escuchar a un trompetista en medio de la plaza.
Muchos comercios y bares que rodean a esta folclórica plaza se encuentran cerrados, con letreros que dicen: “Esperamos regresar”, con sus cortinas metálicas sucias y uno que otro perro acostado afuera.
Tal es el caso de la cantina más famosa de Garibaldi, el salón Tenampa, que desde 1925 ha dado servicio a miles de personas, entre ellos a José Alfredo Jiménez o Chavela Vargas, quienes, según dicen, fueron clientes consentidos en la época de oro en ese lugar.
“La gente está espantada, y mientras esté cerrado todo y no haya vida nocturna en Garibaldi, la gente no vendrá; muchos que trabajan en los restaurantes fueron despedidos, ahora somos nosotros los que le pedimos a las autoridades que busquen la forma de ayudarnos, somos los que le damos vida a esta plaza, y sin nosotros Garibaldi se apagara, ¿por cuánto tiempo?, no lo sabremos”, detalló Antonio.
Aunque las autoridades sanitarias han indicado que la gente se tiene que mantener en casa para evitar el brote del covid-19, ellos dicen no temerle al virus.
“A veces mis hijos me preguntan si le tengo miedo al coronavirus, por esto de andar en la calle, y le digo que no, no le tengo miedo; miedo es el que vamos a tener después de que pase todo esto, pues la economía está por los suelos, ahí es entonces donde si le vamos a tener pavor a lo que nos vamos a enfrentar después”, comentó Gabriel Ramírez, mariachi desde hace 15 años.
ledz