Detrás de cada espectáculo, festival de música, concierto o rodeo masivo que se realizaba antes de la pandemia en México, había al menos 61 mil personas ganándose la vida, produciendo shows en vivo. Pero con el inicio de la Jornada de Sana Distancia hoy esos miles están sin ingresos: se acabó el show y se acabó el trabajo.
No solo eso, además de los 61 mil oficiales reportados por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2019, hay más gente que se dedicaba a lo mismo, pero que no está afiliada a ningún sindicato u organización y por ende no están dentro de la encuesta, hablamos de los freelancer de la producción.
Son miles de productores, ingenieros y técnicos en iluminación y sonido, cargadores, monta escenarios, jala cables, directores de imagen, diseñadores escénicos, asistentes de producción, staff en general y hasta los encargados del vestuario y catering, que hace más de cuatro meses no reciben un llamado y tampoco firman un contrato.
En un principio la mayoría resistió el impacto de la cuarentena con los ahorros que tenían, pero con el paso de los días estos se acabaron y comenzaron a tomar medidas extremas: algunos vendieron sus equipos.
Antonio Cano y Rogelio Pizano, pertenecen a ese sector, fueron de los primeros en parar actividades y serán los últimos en reanudarlas, si es que en algún momento el contagio por covid-19 se detiene, pues al día de hoy ya suman 498 mil los contagiados y 54 mil los muertos.
Cano es técnico en iluminación. De él dependen cuatro jóvenes y su esposa. El último evento grande en el que participó fue un carnaval organizado en Chimalhuacán, Estado de México, a finales de abril. Nunca imaginó que aquel concierto en vivo sería el último después de más de 20 años de participar en la instalación de iluminación.
Para enfrentar los primeros 40 días de aislamiento usó sus ahorros, distribuyó lo poco o mucho que tenía en sobres a los que le asignó un rubro: luz, agua, comida y extras.
Tanto Antonio, su esposa e hijos pensaron que el confinamiento duraría solo un mes, pero al ver que se extendió a más de dos meses y que el dinero se acababa, comenzaron a buscar alternativas para cuando el efectivo se agotara en su totalidad.
Para Antonio la idea más apropiada fue la de reactivar su negocio de radio técnico; arreglando pantallas, hornos, lavadoras y refrigeradores.
“Pero eso no ha sido suficiente, la crisis es generalizada y las familias prefieren pagar alimentos y ahorrar un poco que estar arreglando sus electrodomésticos. Entonces no es cosa fácil, porque aunque sí sale, no es lo suficiente como para mantener a una familia”, compartió.
Hace cuatro meses que la familia de Antonio no compra calzado, ni ropa, lo que obtiene de ganancias lo ocupa para el día a día, y mientras sus equipo y herramientas de trabajo permanecen arrumbadas.
“Es mi patrimonio el que está ahí almacenado, de vez en cuando lo saco y lo instalo en mi patio para darle mantenimiento, que las luces no se peguen y para reactivar los circuitos, porque de estar guardado todo se jode. Es frustrante ver cómo las cosas se llenan de polvo y oxidan”, agrega, mientras muestra la bodega donde está almacenada su consola de audio, sus reflectores, proyectores y algunas bocinas.
Esta situación la viven todos en la cadena de producción de shows en vivo. Lo que ellos llaman El Crew, está parado.
"Al quedarme sin empleo yo, dejo sin empleo a mucha gente. Porque por evento se contrata al audio, al ingeniero y ellos contratan a otras personas que son los cargadores, quienes ayudan a subir bafles y aparte las personas que ponen cables, bases y semana el escenario", advirtió.
La situación de Rogelio Pizano es más grave, tanto para él, como para los cuatro integrantes de la banda musical que lidera. Él no es de los que montan un escenario, pero sí de los que lo musicalizan.
Su banda se llama Revolver Renovado, son parientes de Los Cadetes de Linares. Y por difícil que suene, hoy están vendiendo sus instrumentos en los tianguis.
Revolver Renovado toca música grupera y el día que les avisaron que debían cerrar, la familia Pizano no contaba con recursos para hacerle frente a la pandemia. Su alternativa fue pedir un préstamo bancario gravado con intereses. No sabían que el alto a su música y por ende a los contratos, iba a durar más de cuatro meses.
El dinero del préstamo duró poco, y ante la falta de ingresos y plazas donde presentarse tuvieron que comenzar a vender en los tianguis.
“Yo comencé a vender mis instrumentos, bocinas, micrófonos para poder sacar un poquito de dinero y solventar, pero también los tianguis fueron cerrados durante todo el tiempo que ha durado la pandemia y apenas abrieron. Ahora los instrumentos se venden poco a poco, y tuve que meterle a la venta de chácharas: zapatos, ropa, lo que fuera”.
El comercio informal no se compara en nada con su antiguo trabajo, además de que la gente solo está saliendo a comprar lo necesario.
“No se dan el lujo de gastar en cosas extras o innecesarias, sino más bien en lo vital y eso nos pega muy duro en el bolsillo. Yo por ejemplo la comida del día la trato de sacar con lo mínimo posible, estamos hablando de un gasto total de 100 o 150 pesos diarios para cuatro personas, porque simplemente no nos da”, comparte.
De acuerdo con las autoridades capitalinas y federales, los shows y espectáculos masivos, así como las ferias y eventos sociales podrían reactivarse, hasta abril del próximo año. Mientras eso sucede, el sector permanece en la incertidumbre.
Productoras, colectivos y artistas, como la Asociación Mexicana de Productores de Fonogramas y Videogramas, A.C (Ampron) y va por el Crew, han hecho colectas para ayudar a este staff, pero no ha sido suficiente.
Guillermo González, director general de AMPROFON señaló que la razón es que "independientemente de la recaudación y de lo exitoso de cada una de las iniciativas la realidad, las necesidades reducen mucho a la posibilidad de recaudación”.
ledz