El semáforo está en rojo, los conductores de impacientan para que cambie el color para avanzar; pues tras vivir unos días de frío, lluvia y fuertes vientos hoy la luz del sol se hace presente, incluso genera calor, de ese que hace sudar bajo el cubreboca, donde el sudor escurre y sólo se piensa en un buen vaso de una bebida helada para satisfacer la sed e incluso tener un poco de alegría en un día caluroso, la felicidad; el semáforo cambia pero no dura nada, a pocos metros otra luz roja frena el avance y con ello el arribo a destino, así es la vida llena de decepciones.
Algunas religiones e ideologías metafísicas definen la vida como la eterna búsqueda de la felicidad, un concepto tan abstracto como atractivo; sin embargo muchas veces parece inalcanzable por lo que algunos abandonan fácilmente aquello que creían los hacía felices, mientras que otros pocos mantienen viva la misión y luchan por todos los medios para alcanzar aquello que les trae paz interior… “¿Disculpe vende cervezas?”, pregunta un hombre que arriba a una tienda con gafas y como si fuera ilegal, esperen lo es, pero es la pregunta que separa a cientos de la felicidad.
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La contingencia sanitaria que se ha impuesto y que se mantiene en Hidalgo ha prohibido la venta de bebidas alcohólicas, los refrigeradores de los diversos comercios en los que normalmente se vendían estas bebidas que nos han entregado los dioses, resaltan al estar vacíos, algunos tienen un letrero que dice “cerveza”, pero solo exhiben agua embotellada; en otros simplemente están vacíos o cubiertos por bolsas de plástico negro o cintas que anuncian la prohibición de dichas bebidas, este escenario se repite en cada establecimiento, cintas amarillas frente a las botellas de vodka, ron, tequila, cervezas, entre muchos otros; algunas licorerías incluso permanecen cerradas.
“Sí tenemos cerveza, pero no puedo venderlas”, responde el dueño de un depósito, “tenemos muchas pero no nos han dejado vender y no sabemos para cuando”, añade; esa respuesta en muy común en la capital del estado, pero siempre hay una excepción a la regla, un valiente que rompe las reglas para sacar provecho de la situación, un mexicano que adapta cualquier escenario a su favor; y en una ciudad con una sed tan grande y específica es viable mirar hacia otro lado y surtir de bebidas a sus clientes; “sí güero tenemos cerveza, aquí ya sabes que no hay Ley seca. Traes una bolsa o te doy una para que te las lleves, porque nada más las tienes que esconder”, responde una mujer detrás de un mostrador cubierto de plástico para evitar contagios.
La respuesta positiva no es exclusiva de esta tienda de abarrotes, pues desde el inicio de la contingencia sanitaria se vende cerveza y bebidas alcohólicas en Pachuca y sus inmediaciones, “¿no compras cerveza?” incluso se aventuran a preguntar a sus clientes, claro no todo es tan simple pues los precios por una lata de 440 mililitros asciende hasta 30 pesos, cuando solían adquirirse por 16 pesos, pero quién va a ir a la Profeco a denunciar la venta de este elixir tan preciado en estos días; en otros lugares el precio oscila entre los 20 a 25 pesos dependiendo de dónde se adquieran, pues incluso hay servicios a domicilio para degustar de la bebida proveniente de la cebada, “a 25 pesos la cerveza, pero si compras en mayoreo te doy precio”, enuncia un mensaje de texto que llega al celular, “yo te la llevo a tu casa sin problema”, al poco tiempo llega un auto con una plancha de 24 latas de Victoria, así se repiten las opciones, pues hasta los taxistas brindan este importante servicio, con una comisión adicional por supuesto.
Desde hace pocos días incluso ya un depósito de estas bebidas las exhibe en sus refrigeradores sin cintas, pero la duda surge: “¿Disculpa vendes cervezas?”, pregunta dudoso el comprador a la señorita que está encargada de este comercio, ella se levanta se coloca su cubrebocas N95 y con firmeza responde: “Sí, están a 24 cada una”.
El cliente cuestiona si tiene planchas de 24 unidades, “no, se me acabaron ayer, pero todavía me quedan estas… (cuenta los paquetes de 4) son 32 en total”, sin dudar el hombre las pide todas, saca una bolsa plástica grande y las coloca poco a poco, entrega el dinero y lanza un último cuestionamiento, “¿sabes cuándo te van a llegar más?”, la chica que ya se ha colocado sus gafas obscuras le comenta que no hay fecha para surtir este vital líquido, pero asegura que será a lo largo de “esta semana”, en sus lentes únicamente se refleja el cliente, un cubrebocas y una gorra ocultan parte de su rostro, pero sus ojos no limitan la expresión, la felicidad ha sido encontrada.
La “Ley seca” se mantiene, como el semáforo rojo que impide el avance de los autos, pero siempre hay vías alternas, ahora sólo el desabasto es quien limita el acceso a las bebidas alcohólicas, pero si en otras avenidas el semáforo esta al menos en amarillo los vehículos se moverán más rápido para no ser atrapados por el rojo, así las cervezas que poco a poco empiezan a llegar a territorio hidalguense por lo que aunque el desabasto busca mantener “seca” la contingencia sanitaria el lucro y la demanda de los bebedores siempre tendrá una válvula de escape.